Agosto había llegado a su fin.
Habían pasado dos semanas desde que Luisita había visitado París y desde entonces, a Amelia la ciudad le pareció algo vacía.
La temporada del musical en el que llevaba Amelia todo el verano ya había terminado, por lo que ya no había ningún motivo para seguir en esa ciudad, e incluso aunque quisiera, tenía que volver a Los Ángeles para comenzar la promoción de la película que había hecho y que se estrenaba a principios de noviembre.
Estaba muy ilusionada por su nuevo proyecto. Tras años intentando abrirse paso en ese mundillo, por fin se le había dado una oportunidad de oro. Y no es que antes no haya trabajado de nada, llevaba años trabajando en teatros, musicales e incluso de extra en alguna que otra serie.
Pero esta oportunidad no era una cualquiera porque, además de que sería una película, era una película para Netflix con una productora estadounidense, con proyección en toda Europa y América, de norte a sur, desde Canadá hasta Argentina.
Era la adaptación de uno de los libros más vendidos del año pasado, y aunque no fuese la protagonista, era un personaje de bastante peso. Incluso tenía una escena de sexo y encima con otra chica, por lo que también tenía la presión por representar al colectivo LGTB+ , y además, hacerlo con gusto.
Tenía ganas. Tenía muchas ganas.
Había trabajado duro y se merecía esa oportunidad. Pero también estaba nerviosa por la repercusión.
Por si su padre vería la película.
Por si la vería Luisita.
Luisita
Aún no le había mandado ningún mensaje. No sabía que decirle, ni de que hablar. Tampoco sabía si la rubia querría saber de ella después de tantos días. Además, le aterraban las ganas que tenía de hablarle.
Intentaba no pensar en ella. Ni en sus ojos infinitos, ni en esa sonrisa cálida, ni en el sonido de su risa, ni en sus labios carnosos, ni en cómo sería besarlos. Tampoco en cómo olía su almohada a ella tras aquella noche. Que va, ella no pensaba en nada de eso.
Llegó al aeropuerto de Los Ángeles arrastrando su gran maleta roja buscando entre la multitud a su mejor amiga. Miró a su alrededor y se fijó en el cartel de los destinos de los vuelos que salían en ese momento y hubo uno que hizo que se le acelerara un poco el corazón.
Londres.
Y durante un instante, sólo un instante, pensó en volver a dirigirse hacia el mostrador y pedir el primer billete que salía para allá, pues suponía que Luisita ya estaba ahí instalada. "Joder, Amelia. ¿Qué te pasa? Te estás volviendo loca".
Sacudió la cabeza y siguió buscando a su amiga, y ahí estaba Natalia, con sus rizos pelirrojos y su gran sonrisa para recibirla con ganas.
-¡Amelia cariño!
Se fundieron en un abrazo después de llevar todo el verano sin verse.
Tras unos minutos de alegría en las llegadas de aquel aeropuerto, cogieron un taxi y se dirigieron hacia el piso que compartían juntas en Santa Mónica.
Natalia también era actriz. Se conocieron cuando tenían dieciocho años cuando las dos coincidieron en una obra de un teatro de Zaragoza. Después de dos años de amistad, decidieron mudarse a Madrid juntas para estudiar arte dramático. Cuando terminaron sus estudios, arriesgaron y pensaron que qué mejor lugar para abrirse paso por la fama que Hollywood. Una vez allí, después de unos años malviviendo, consiguieron el suficiente dinero para compartir juntas un piso en Santa Monica.
ESTÁS LEYENDO
Nosotras en la Luna
Fiksi PenggemarCada una vive en un lugar del mundo, y sin embargo, el destino hace que una noche en la que Luisita necesitaba escapar se encuentren entre las calles de París. Sabiendo que sólo pasarían juntas esa noche, nada será igual el resto de sus vidas. Histo...