60. FINAL

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En realidad, esa noche no durmió nada, se pasó la noche en vela dudando si coger el teléfono o no para llamar a Amelia, pero quizás llamarla a esas horas de la madrugada, tampoco era el mejor plan del mundo. Seguía enfadada, aunque era consciente de que su enfado era cada vez más irracional. Sabía que su cabezonería era su mayor defecto, porque al menos la impulsividad le había dado cosas buenas en la vida, como conocer a la ojimiel, sin embargo, ese empeño tan fuerte de no querer dar su brazo a torcer sabía que podía pasarle factura. Cuando pensaba en aquello, su mente le decía que no cediera tan fácilmente, pero las palabras de su hermana el día anterior en el King's le habían llegado hondo, y ahora temía haber tensado demasiado la cuerda y haberla roto. Porque era cierto, si hubiera sido al revés, ella tampoco habría aceptado tan fácilmente un rechazo de la morena, pero no sabía cuántos "no" habría soportado antes de saber que ya no había nada por lo que luchar. Habrían sido muchos, pero al fin y al cabo, en alguno habría aceptado que lo suyo ya no podría ser. Ahora temía que la morena también se hubiese levantado con ese pensamiento, con el que su oportunidad había acabado, y sólo quería verla ya en la radio para poder aceptar ese café con su charla correspondiente.

Venga, Luisita. Sólo un par de horas y la tendrás en frente tuya.

Cogió el metro hasta llegar a su lugar de trabajo y los nervios iban creciendo en su interior. En realidad, no estaba muy segura del porqué. Tenia ganas de verla, muchísimas, sobre todo después de como se había ido de aquel mismo sitio sin decir nada, pero no estaba muy segura de qué decirle al verla. Aunque tampoco las tenía todas consigo, no estaba del todo segura si Amelia seguía igual de dispuesta a reconciliarse, dado que no había vuelto a saber nada de ella. Estaba nerviosa y angustiada, eso era cierto, pero también sabía que cualquier mala sensación que hubiera en su cuerpo desaparecería en cuanto volviera a ver aquellos ojos miel.

Entró a aquella sala de grabación donde se grababa el programa en el que entrevistarían a Amelia. Seguía nerviosa, aunque su estado de animo se fue tornando más a la preocupación cuando ya era prácticamente la hora para el comienzo de aquella sección y no había ni rastro de ella. Era verdad que la puntualidad no era el punto fuerte de Amelia, pero si lo era la profesionalidad, así que no tenía ni idea de porqué todavía no estaba ahí. Sin embargo, cuando creyó que el comienzo del programa se retrasaría para esperarla, todos se pusieron en acción y empezaron sin ella. Totalmente extrañada, se situó a un lado de la sala expectante.


*Podium Podcast, lo mejor está por escuchar*

- Bienvenidos, bienvenidas, bienvenides a Estirando el chicle. – empezó hablando Carolina. – No me gusta empezar el programa dando una mala noticia, pero desafortunadamente, va a ser así. Aunque anunciamos que Amelia Ledesma estaría hoy con nosotras, nos ha llegado la noticia de que ayer falleció su padre, así que le mandamos un gran abrazo desde aquí a ella y a su familia y la esperamos siempre que quiera.

Luisita dejó de escuchar.

Todo dejó de existir y solo había lugar para esa pena que le recorrió en ese momento por todo su cuerpo. Nunca pensó que la muerte de alguien que ni si quiera conocía pudiese provocarle ese dolor tan intenso que sintió nada más escuchar aquellas palabras. A pesar de la relación tan complicada que tenía la ojimiel con su padre, sabía que lo quería y que no estaba preparada para pasar por aquello, y mucho menos ella sola. Se odio. Se odio porque volvió a su mente la imagen de la cara de Amelia al descolgar aquella llamada y tendría que haber sabido que algo así era lo que había pasado. Tendría que haber salido tras ella y tendría que haberla acompañado, fuera donde fuese. Tendría que haber estado ahí, porque se prometieron estar para las buenas y para las malas, y por culpa de una rabieta infantil, no estuvo junto a ella cuando más la necesitaba.

Nosotras en la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora