Mi Dulce Omega (HopeV)

33

El azabache despertó oliendo el aroma a limón en el aire, su nariz ansiosamente se movió en ese reducido lugar para tomar de ese aroma. El lugar lo acunaba cálidamente; unas grandes manos estrujaban su cintura sin dejarle respirar, tanto que tuvo que formular un quejido de inconformidad para la persona que lo tenía capturado. Pero el contrario en lugar de alejarlo, lo acercó celosamente.

—Mmmm no... —estando complacido, Jimin tuvo que empujar un poco el cuerpo solido para que este le dejara respirar. Sus ojos cerrados le ardieron, teniendo que levantar sus manos para frotarlas y estas se abrieran correctamente. La luz brilló contra sus ojos, captando la habitación pulcramente ordenada con varios detalles que le parecían ligeramente conocidos. Sabiendo que no era su habitación, giró su adormilado rostro y miró el objeto que lo tenía atrapado —Yoon-gi... —su boca se secó y abrió los labios sin poder emitir alguna otra palabra. Su joven corazón palpitó como loco al darse cuenta que estaba en la cama del alfa, no solo eso, sino que al parecer el pelinegro durmió con él toda la noche —¿Se-ñor Yoon... gi? —el alfa dormía profundamente, sin despertar a sus llamados. Una de las manos de ese hombre estaba tocando la piel de su cintura provocándole calurosas cosquillas.

Jimin cerró los ojos de nuevo e ignoró cualquier sensación agradable. No debía ilusionarse y alegrarse. Que el alfa lo haya cuidado en toda la noche, le permitiera dormir a su lado y casi tuvieran sexo, no significaba tener alguna posibilidad para entrar en el endurecido corazón. No probaba que lo hubiera aceptado como su destinado, sino al contrario, se estaba comportando como un alfa amable que estaba atendiendo a un descuidado omega.

Eso dolió, él solo era un omega despreocupado, ignorante la mayor parte del tiempo, desordenado, no hablando únicamente su casa, y era joven sin experiencia alguna en las relaciones, sin nada para que un alfa o su destinado estuviera orgulloso de sostener.

—¿Chico, estas despierto? —Yoongi tocó esos cabellos a su alcance, estos brillaban contra la luz y se sentían suaves en sus dedos como siempre imaginó. El omega se alzó para verlo a los ojos, estos estaban rojizos y las mejillas lucían rojas como si guardaran un montón de sentimientos a punto de explotar. Algo en su interior se removió por lo visto. En ese instante se percató en dónde habían estado sus manos, teniendo que quitarlas y alejarse del omega. Su cuerpo adquirió en ese momento una frialdad que lo estuvo enfermando.

—Debo de irme a casa... —No significa nada. Jimin se dijo varias veces dentro de su cabeza, quería tomar la valentía suficiente para dejar de ser un cachorro, levantarse con su cuerpo débil y salir del lugar.

—El desayuno... haré el desayuno —rozó el brazo del omega que buscaba bajarse de su cama. No podía dejar que se fuera de esa manera, es decir, el menor apenas había salido de una fuerte fiebre que dejó su cuerpo deteriorado y con pocos nutrientes que le dieran energía. De alguna manera no podía dejarlo ir. Sin embargo, Jimin no quiso y negó con la cabeza —Déjame ayudarte, te llevaré a casa —se levantó a prisa, porque el menor se bajó con rapidez y caminó con una leve estabilidad.

—Estoy bien, no es necesario que me ayude —ignoró las manos del alfa y ese cómodo brazo que podría llevarlo seguro a su casa. Tragó saliva para no verse desesperado y con las energías por los suelos—. Gracias por la noche... mi hermano puede pagarle las atenciones y las molestias que le ocasioné, señor Min —sus piernas temblaron por los largos minutos que se sostuvo, aunada a su falsa fuerza y valentía de enfrentarse a un alfa, que fácilmente podría golpearlo al aprovecharse de su amabilidad.

—Me estas ofendiendo. No cobraría por cuidar a un omega que necesitaba ayuda. Solo déjame acompañarte a casa —insistió y se paró ofreciendo sus brazos, pero una vez más el omega negó varias veces y caminó por sí mismo hasta la puerta principal.