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—¿Irás con esa ropa? —el delgado cuerpo recargado en la pared dio un salto al darse cuenta de su presencia. Taehyung bajó la mirada un momento y luego la alzó junto con una ligera sonrisa nerviosa al saber que su ropa casual no era la adecuada. Los cabellos ondulados se resbalaron en su rostro por ese suave movimiento, teniendo él las ganas de colocar esas hebras detrás de esas orejas para acomodarlas, sus dedos picaron por hacerlo, o quizás tocar una parte de esa piel que destilaba ese aroma que se sentía más dulce en las mañanas. Pero en su lugar, caminó y tomó la mochila que el omega tenía en el hombro para aligerar su peso.

Agitó el calor en sus mejillas al ver al alto alfa acercarse a su espacio con esos ojos obscuros que lo miraban a él. Esa esencia expandirse con profundidad en cada centímetro del pasillo, en sus sentidos que penetraba tal oxígeno necesario para vivir, gustándole cómo las diferencias de sus aromas se tocaban entre sí, difuminándose entre ellas, como si quisieran entrelazarse. Respiró con calma una vez, su mente todavía seguía con el sentimiento de anhelo, de querer estar cerca del alfa y pertenecer en su espacio. Hizo a un lado esos pensamientos para ver al alfa de una vez, fijándose en esa camisa blanca deportiva ajustarse en ese pecho y los tonificados brazos, tal como lo haría el cuerpo de un alfa en buena forma. No solo Hoseok era formado y cuidado, sino que era apuesto, que casi podrían confundirlo con un hombre deportivo de su edad y no como el guardaespaldas que lo protegía. Sus pómulos ardieron al imaginar que así podría sentirse tener una cita con alguien. Frenó cualquier pensamiento distractor y volvió a las pupilas obscuras para decir apenas: —¿Se ve mal? Mi ropa... —sabía que su ropa no pintaba para hacer deporte, pareciendo querer ir a una reunión importante. Esperaba no verse fuera de lugar.

Hoseok movió la cabeza, acercándose un paso más. Sus dedos acariciaron la parte de atrás del cuello, provocando que ese rostro lo mirara a los ojos. Claro que la ropa se veía fantástica, pero no creía que una gruesa capa de tela sería adecuada para estar jugando debajo del sol. —Te ves bien, lo sabes. Pero con esa tela, pienso que te desmayarás si salimos con ella ¿no tienes ropa deportiva? —el ligero rubor se extendió en las partes abultadas de ese rostro, dándole a sus dedos la suerte de rozarlas. El omega negó y lo volvió a mirar ahora con una pena en sus ojos—. Si no tienes, te puedo prestar. No será exactamente de tu talla, pero podría ayudarte a no morir de un golpe de calor ¿Qué dices? ¿quieres que te preste mis ropas?

—Lo que quieras darme está bien, Hoseok hyung... pero si tienes una chaqueta deportiva... —pidió, sus emociones revolotear en su interior por anhelar tener cerca algo personal del alfa. Los dedos del pelinegro rozaron sus cabellos, acomodándolo detrás de sus orejas para por fin acariciar la piel de sus mejillas. La sensación fue cosquilleante, provocando que sus labios se volvieran sonrientes.

—Perfecto. Te traeré un par de ropas con unos zapatos deportivos que deberían quedarte —el alfa se despidió del omega para ir a su habitación. Fue a su closet, sacó varias prendas deportivas antiguas que solía usar, revolvió un par más para buscar esa chaqueta pequeña color amarilla que le serviría al omega, a él se le había olvidado donarla cuando dejó de quedarle justo cuando empezó a ir a la academia, pero ahora estaba alegre de poder regalárselo al joven castaño. Salió apresurado al ver la hora, encontrándose al castaño afuera de su habitación esperarlo—. Si necesitas algo, dímelo.

Sus manos tomaron las prendas y el par de zapatos, antes de abrir su habitación con rapidez y dar un hondo respiro cuando esta se cerró. Se apresuró a desvestirse, tirando su costosa ropa que su abuelo había mandado a comprar para ponerse los pantalones cortos. Su corazón latiendo desmedidamente, saltando de su cuerpo al ponerse por primera vez ese tipo de prendas. Al terminar, se miró en el espejo, sorprendido que estas le quedaran a la medida, sonrió al imaginar que podría aparentar ser como esos chicos que acostumbraban ir a los clubes de la preparatoria para pasar el tiempo con sus amigos. No, no era su imaginación, y justo hoy estaba ocurriendo. Volvió a mirarse, no solía usar pantalones cortos, sintiéndose un poco desnudo en esa parte, pero, aunque fuese de esa manera le gustaba cómo lucía, se sentía diferente. Excepto por la camisa sin mangas que mostraba sus brazos, hombros y cuello. Sabía que las marcadas cicatrices se esfumaron en su mayoría, pero no esa horrible marca, por lo que tomó la chaqueta amarilla y se la colocó encima para ocultar esa parte que lo atormentaba. Los tenis fueron los últimos, y cuando lo hizo, abrió la puerta con su corazón de nuevo golpear su pecho. Se mostró al alfa y este se acercó, tocándole las hebras de sus cabellos con lentitud mientras lo observaba.

Mi Dulce Omega  (HopeV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora