Jung Hoseok es un agente capaz y con el mejor entrenamiento, pero no lleva una vida llena de genialidad como todos piensan, porque tiene consigo varias deudas y no encuentra un sentido a la vida que lo motive.
Mismo que le lleva a buscar un buen emp...
Hoseok caminaba en el pasillo cuando el dispositivo empezó a parpadear y zumbar en sus pantalones, la sacó de inmediato confirmando lo que temía.
—Mierda — volteó en la dirección donde sus habitaciones quedaban asegurando la ubicación exacta que su celular daba sobre la presencia del castaño. Agarró fuerza corriendo con sus duras piernas hacia la habitación del menor mientras que en sus manos comunicaba un posible código preparándose para movilizar a todos los hombres de la casa, no estaba para juegos.
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Llegó a esa puerta con la intención de ser calmado —Taehyung, ¿Estas bien? —susurró contra la puerta sin respuesta maldiciéndose en voz baja cuando nadie respondía en el comunicador pegado en la pared —Taehyung ¿Estas allí? —sin respuesta preparó un arma que escondió en sus pantalones y sacó el aparato decodificador de contraseñas del tamaño de una memoria de USB para colocarla a la altura del aparato de seguridad, misma que ingresó en un orificio hackeando el sistema para codificar una contraseña, que tecleó y abrió esa puerta. En silencio y con sumo cuidado entró a la habitación con colores suaves, un suave aroma a coco llegó a su olfato caminando hacia allá sabiendo de quién se trataba. Llegó en la habitación principal traspasando la estructura primaria viendo al cuerpo del castaño en el suelo sin alguna reacción.
Se acercó a él, tocó su hombro con sutileza para colocarlo boca arriba, cuidando que no se golpeara la cabeza en el suelo, tomó su rostro con sus manos cubiertas por unos guantes esperando un tipo de reacción — Taehyung... ¿Me escuchas? —no hubo reacción, pero pudo ver el rápido mover de sus parpados cerrados casi asegurándose que estaba bien, midió su pulso y escuchó su suave respirar llegando a la conclusión completa que se trataba de un desmayo.
—Código azul —dijo en el intercomunicador.
—Recibido.
Calmando a los demás guardaespaldas de la mansión observó con más detalle la habitación buscando algún peligro, encontrando ningún objeto o sujeto que lo haya provocado, se topó con el dispositivo de seguridad de osito en el suelo cerca atribuyendo que el castaño fue quién lo activó. Ahora lo miró de cerca llegando a percibir de nuevo el leve aroma a coco, así como un olor a sangre que lo alarmó un poco, pasó sus ojos sobre el cuerpo desmayado visualizando una tirita pegada en uno de esos dedos; tomó esa mano entrelazándolo con sus dedos supervisando aquella herida lentamente, buscó en los otros dedos otra lesión, sin encontrar otra bajó esa mano. Aún enredada con la suya lo observó de nuevo, pero esta vez en su apacible rostro que dejaba ver sus largas pestañas lacias húmedas, marcas de lágrimas y sus cabellos ondulados revueltos.
Pasó el dorso de su mano en esas mejillas secando cualquier rastro de lágrimas con amabilidad y acomodó sus cabellos detrás de sus orejas para que estos no taparan su rostro, estaba seguro que había pasado un duro momento solo, sin poder adentrarse en sus dudas decidió llevarlo a la cama.
Sus manos lo tomaron con suavidad acomodándolo en sus brazos y su cabeza en su pecho para cargarlo, le costó un poco porque su estado físico necesitaba más rendimiento, pero tampoco le fue difícil e imposible, lo depositó con cuidado en la cama de color azul cielo que lucía exactamente como la personalidad calmada del menor, y no que decir de los tantos peluches le decían que todavía se trataba de una persona inocente sin maldad.
