Mi Dulce Omega (HopeV)

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Hoseok depositó el cuerpo del menor en el extenso sofá de esa habitación, le quitó los zapatos y dejó sus cosas encima de un mueble. Los guantes que se había colocado también lo hicieron dejándolos a un lado y después miró el cuerpo del omega adormilado, viéndolo profundamente en sus sueños.

Las manos del castaño se estiraron tratando de llegar a él inconscientemente; esos dedos largos rozaron sus manos causándole la misma sensación de siempre. Pensaba que se trataba de una afinidad a su lobo que lo mantenía moviendo la cola y quejándose por un dolor que quería apaciguar con sus mimos; lo entendía, podía comprender a su lobo, pero no lo creía tan correcto con alguien que no era tan cercano. Es decir, no quería incomodar y asfixiar al omega con su presencia por ser un alfa, uno a los que el castaño les temía.

—¿Qué voy a hacer contigo? —dijo resignado, sentándose en la alfombra para entrelazar sus dedos discretamente con esa mano que lo hizo por igual en la suya, de esa manera logró mirar una breve sonrisa en el de cabellos ondulados. Su otra mano se alzó por arriba de forma pausada hasta llegar a esos cabellos que tocó y acarició, la sensación era suave y dulce —Si el secretario me ve tocándote, seguro me mata —sacó una breve sonrisa acariciando ligeramente la piel de esa mano que le regalaba su calidez. Solo fueron unos minutos en los que se vio conectado en el mismo espacio, pero que debía de salir de esta para volver a sus responsabilidades. Su mano tomó la iniciativa de abandonar el lugar, sin embargo, su mano estaba fuertemente entrelazada siendo en vano.

—Por favor, no te vayas todavía... —se movió en el sofá guiándose de ese bonito aroma de alfa acogiéndolo; abrió los ojos de a poco y observó a su guardaespaldas sentado en el piso. Sus ojos obscuros lo miraban a detalle causándole una leve sorpresa por la proximidad de sus cuerpos, así también de su mano entrelazada con el de cabellos negros, la vergüenza subió en sus mejillas tratando de actuar con normalidad ante ese tacto.

—¿Estabas despierto? —Taehyung le negó con la cabeza y siguió con su mirada sus manos unidas, por lo que sintió un poco de vergüenza por sus acciones que podrían ser bastantes avasalladoras en el omega, teniendo que quitar sutilmente sus dedos —Lo siento...

—Está bien —negó con la cabeza quitándole importancia a ese gesto significativo, porque sabía que estaba recibiendo bien la presencia del alfa, aún en su modo casi inconsciente, casi alegre que su omega no esté protestando en ese momento. —Me gusta, me gusta tu aroma y tu calor...

Hoseok creyó que nada a estas alturas podría hacerlo parecer un pre adolescente, pero era obvio que estaba llevando grandes sorpresas al estar con ese chico con hermosos ojos avellanas, porque casi de inmediato sus mejillas se calentaron y seguramente se colorearon por esas lindas palabras. Sonrió nervioso por el halago reciente, haciendo que su lobo se alzara y moviera la cola ante ese menor, tratando de apaciguar el lado instintivo de su curioso lobo habló: —Debes de... comer... —se golpeó mentalmente por sus palabras pausadas y algo desconcentradas, sintiéndose torpe por esas sensaciones que no había sentido desde hace tiempo, como si estuviera en su primera cita adolescente, pero en vez de molestarle le hizo sonreír grande, tan grande que contagió al omega que le sonrió. —¿Quieres comer en el jardín de afuera? Es algo tarde, bueno muy tarde, pero creo que debes de tomar alimentos antes que la señora de la casa me mate por no llevarte en el almuerzo. Entonces, ¿Me acompañas?

A Taehyung le pareció fascinante tenerlo de nuevo, que sintiera su presencia y lo cuidara como a un antiguo libro; como a un cachorro; así como debió de ser en el pasado. Creía que los ángeles lo estaban bendiciendo, regresándole todo el cariño que le fue quitado en el inicio; se sentía muy bien y por nada quería soltarlo. Se arrastró fuera del sofá y con algo de timidez le dijo.