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Eran las mismas flores, cada vez que abría los parpados. Ellas mostrándose fuertes, hermosas y florecientes como si nunca se marchitaran; como si fueran eternas. Pero, la realidad era que alguien las cambiaba, compraba las más lindas y las ponía justo a su lado de la cama. Respiró el aire de la mañana, fresco y frío, endulzado con tintes de otro aroma que le encantaba, estando a toques en todos los lados y rincones de aquella casa. Le gustaba este lugar, porque era reconfortante y se sentía seguro a diferencia de la mansión de su abuelo. Una sonrisa nació de sus labios, sus dedos tocando unos cuantos pétalos cercanos. Las dejó, observándola unos minutos en total somnolencia y tranquilidad.

Se arrimó por la orilla, volteándose por el lado izquierdo de la cama, encontrándose con ese rostro completamente dormido. Lucía apacible y profundamente hundido en una ensoñación. Hoseok estaba desnudo por arriba de la cintura, sin que ello despertara algo en él. Hizo una mueca de lado, inseguro de cómo sentirse; ya habían pasado un mes desde la consulta con el doctor. Claro, que recibió tratamiento a su enfermedad y le hicieron otro par de análisis antes de ser dado de alta y se fuera a casa.

En esos días, todos lo trataron como alguien frágil que en cualquier momento se rompería y estallaría, pero no era así. Por supuesto, no estaba tan bien, pero lo había aceptado. Este lugar le ayudó a aclarar las cosas, despejando sus tristezas, planteando nuevas esperanzas... todo había pasado bajo su escenario de estar bien.

Acercándose al calor humano, colocó su palma sobre el pecho dormido, observando la piel desnuda; su mano sintiendo el ritmo del corazón, las inspiraciones y exhalaciones que subían y bajaban a la par de su mano. Rio cuando uno de esos pectorales tembló, una mano subió, atrapando la suya.

—¿Qué haces? —respiró profundo, su cuerpo volteándose al omega, sus brazos agarrando las caderas. Besó le frente y la junto con el chico que olía a gloria por las mañanas—. ¿Acabas de despertar?

—Hace unos minutos ¿trabajarás hoy? —su cuerpo estaba tan cálido al tener la piel del alfa tan cerca, quería respirar de esa dermis para envolverse del aroma y quizás dormir otra siesta—, no me gusta quedarme solo.

Una sonrisa adormilada salió de sus labios, besando esa nariz—. No, hoy no... soy todo tuyo por este día, amor... —sus dedos delinearon la cintura, pasando por los suaves glúteos, un tacto sin otras intenciones que solo sentir al omega. Taehyung se había estado quedando en su casa en las últimas semanas, antes que renunciara a estar encerrado en la mansión de su abuelo y le pidiera en una llamada que lo llevara a otro lugar que solo esas cuatro paredes. Había sido un grito de ayuda. Por fortuna, las remodelaciones habían terminado, su casa volviéndose espacioso, más con el segundo piso donde se podía apreciar el bosque lleno de flores, a Taehyung le había encantado la vista. También, el castaño no había estado yendo a trabajar, pero pronto lo haría—. ¿Volverás con tu abuelo? —no evitó preguntar.

Sus dedos delinearon los músculos del brazo, encantándole los diferentes contornos bajo sus yemas. Sacó el aire de sus pulmones, antes de que su cabeza se asentara cerca del brazo del alfa—. Tengo que ir, seguramente se siente solo... no está trabajando, ahora que dejó su empresa a cargo de Bogum —sonrió, alzando la mirada a esos ojos profundos—, técnicamente Bogum hyung se ha vuelto su heredero... Yo lo intenté un par de veces, pero desconozco ese tipo de trabajo y claro, que renuncié en el día uno —las manos de Hoseok se movieron entre su espalda y glúteos, haciéndole suspirar—, mi abuelo lo sabía desde el inicio, que no seguiría su camino, dejándome hacer todo lo que quisiese en ese sentido... no dijo nada cuando le mencioné estudiar diseño, o que quería ir a la universidad... ahora que lo pienso, él quería que forjara mi propio camino sin importar su herencia financiera... respetó cada una de esas decisiones.

Mi Dulce Omega  (HopeV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora