45

981 138 99
                                    

Sabía que algo andaba realmente mal, y se maldijo por no darse cuenta a tiempo. Debió de predecirlo, mucho antes que ese desastre ocurriera. Sus pulmones dolían, su estómago estaba revuelto con el ácido quemarle y ese sentimiento pesado incrementarse en cada segundo que pasara, el miedo comiéndolo con dolor. Nunca en su vida había sentido tanto miedo.

No paró, sus piernas corrieron fuertes hacia la salida. La entrada de la mansión se veía grande y distante, no veía cómo llegar en segundos y volar hasta ese lugar, sabiendo que una vez allí, su corazón se iba a detener.

El código rojo cantaba en todo el hogar de los Kim, como trompetas que anunciaban un desastre natural, sonando una y otra vez sin cesar, no lo iba a hacer, llevaba tocando esa tormentosa melodía desde minutos, incluso podría escucharse en el lugar más recóndito de la mansión. Él apenas pudo ponerse un pantalón y una bata, esta última sin abotonar.

Se detuvo luego de correr, sus pulmones dolían al no tener nada de oxígeno, sus piernas temblaban y su aliento tiraba los humos de la madrugada al mantenerlos abiertos por algo de aire. Su cabeza le dolía y el zumbido en sus oídos lo aturdió. Sus pupilas observaron tantos agentes que le fue difícil contar, pero estaban allí, poblando el hermoso jardín con sus autos, armas y sus formas transformadas. Había cuerpos heridos que estaban siendo atendidos y por otro lado estaba el señor Kim llorando por su nieto. Tragando un poco de oxígeno, se acercó más allá donde podía ver cómo los agentes se preparaban para partir, su piel sintiéndose quemar y sus vellos salir de su dermis. Estaba preparado. Sin embargo, unos brazos lo detuvieron y lo jalaron hacia atrás.

—Detente, mantente lejos de esto, Jung. No eres un agente.

Era el señor William, vestía un estructurado traje que conocía muy bien, porque él había vestido los mismos cuando estaba en sus años de cuartel. Observó el arma en el hombro del especializado agente, reconociendo que ese objeto tenía un fin. Él empujó al sujeto, mientras su nariz aleteaba a lo que seguramente esos imbéciles tenían planeado.

—No le van a disparar ¿cierto? —cuestionó al líder de ese escuadrón, pero este no le contestó, teniendo esos ojos duros y serios a él. Lo que al pelinegro le molestó, gruñéndole al maldito viejo—. ¡Él es un omega, no es un criminal! —podía sentir la rabia de su lobo incrementarse, sus músculos y huesos crujiendo, buscando una escapatoria.

—Haremos todo lo posible para traerlo. Como ex agente, debes de saber que no importa el medio, pero el objetivo es cumplir con la misión —habló en una voz baja, sin titubeos, como si los años de ser agente lo hayan perfeccionado a ocultar cada una de sus emociones—. Tampoco voy a arriesgar a gente inocente si resultan más heridos de lo que hay aquí y, por último, estamos tratando con un asunto clasificado de seguridad nacional, él puede ser un arma...

—¡Taehyung no es un arma! —¿Qué carajo? ¿Qué planeaban hacer esos locos? —. No lo dejaré hacerlo—, observó el rostro del hombre que no le gustó escucharlo—. No voy a permitir que lo toque —concluyó en algo que podría considerarse una amenaza. Le dio la espalda al hombre, pero este volvió a tomarle el brazo y se lo torció en una llave que hizo estremecer el cuerpo del pelinegro; Hoseok no se dejó y giró sus piernas para patear al agente mayor.

—¡Detente si no quieres que te mate ahora mismo, Jung! —el agente especializado golpeó ese rostro y dio uno en el estómago del chiquillo rebelde, que en otra situación le gustaría ese desafío, pero ahora estaba entorpeciendo su trabajo con su sentimentalismo. Obviamente el alfa joven no se entretuvo, dándole golpes fijos y otros premeditados, dándose cuenta del potencial desperdiciado que era el pelinegro—. ¡Es todo lo que tienes, porque me estás haciendo perder el tiempo! —sonrió cuando el menor gruñó y sus garras crecieron. Debía de parar esto, si no quería pelear con una forma lobezna—. ¡Detente, estás saliendo de tu control! ¡Detente! —le dijo al hombre velludo. No provocando un aplacamiento, golpeó ese rostro y esa espalda mandando tirar a ese alfa.

Mi Dulce Omega  (HopeV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora