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—¿A qué hora se lo llevó? —entró a la sala alquilada para el evento, sus pasos pesados, su rostro rojo de furia. Tenía derecho de estarlo, Irene y un par de personas de seguridad estaban en ese lugar, pero ninguno de ellos se movió cuando su nieto fue llevado. Le habían avisado en medio de una junta en la que firmaría con una de las empresas del padre de Seokjin, a pesar de los años no se había recuperado económicamente del todo, y ahora, había perdido una enorme oportunidad al salir de inmediato. Primero estaba su nieto, se supone que su hijo se preparó tanto para que terminara de esta manera. Volvió a mirar a la mujer alfa, que para nada era su empleada, pero había estado con Taehyung como una medida de protección del estado.

—Como le dije, fue hace una hora, señor —Irene dio un paso al frente, como siempre a cargo de toda la seguridad—, aceptaré cualquier sanción por parte de mis superiores y como le indiqué en la llamada, se trata de esa persona —suspiró, su vista desviándose al beta que estaba parado con los brazos cruzados detrás de ese anciano—. Pero pienso que, antes de hacer algo, usted debe de hablar directamente con su nieto.

—¡Esto es una emergencia! ¡Taehyung debe de ir inmediatamente al hospital para hacerse los análisis y examinar que nada malo ocurra con su cuerpo! ¡No es negociable! —miró la mesa llena de cajas envueltas, cartas y flores que le regalaron las personas que lo amaban. Hace dos años, era impensable, su nieto apenas se estaba acostumbrando a ser alguien, a aprender a vivir con esa parte que la faltaba, lidiar con la tristeza de no ver a ese alfa y la ansiedad de no saber cómo vivir como un joven de su edad. No obstante, lo logró. Conoció a mucha gente, viajó, salió de ese recluso de habitación de cuatro paredes. También se había graduado por méritos propios como el mejor de su generación, y en luego de un año, lanzó su libro de ilustraciones.

Por lo que le había dicho Irene, no podría dejar a su nieto en manos riesgosas. Partió de la habitación y fue en busca de contactos, debía de apresurarse sí iba a tratar a su nieto.

—¿Con qué intenciones dejaste ir a un omega en pleno celo con un alfa? —Bogum estaba recostado contra la misma pared que esa mujer. No le agradaba Irene, sus enredos no contaban. Ella sonrió como si hubiese visto la imagen de alguien desnudo en su cama, contenta e irradiando felicidad.

—Sabes con qué intenciones, primor —se volteó, apoyándose en la pared hacia la dirección del malhumorado beta. Le encantaba este hombre, tanto dentro y fuera de su cama. Lástima a que se reusaba a ser marcado—. Nuestro Taehyung necesita una buena sesión de sexo. Ha esperado bastante. Ni siquiera aprovechó las citas con alfas calientes que lo miraban como si quisieran inclinarse a ser sus perros.

—Tu concepto del romanticismo está mal —sus labios se abrieron en una sonrisa sarcástica.

—No, la tuya está mal —mencionó la alfa—. El romanticismo no es comprar una casa con un omega como esposo, un perro y un maldito trabajo de oficina. El amor se puede vivir de varias maneras. Las normas están hechas para romperse, incluso en la cama, nadie tiene derecho de criticarte cuando es tu estúpida vida.

—¡Ya basta! —la mujer empezaba arrinconarlo y eso no era algo bonito, porque casi terminaban en un hotel de mala muerte—, necesitamos ver dónde esta Taehyung, él necesita atención médica inmediata. Ser trasladado a un hospital especializado, así como dar aviso a los especialistas...

—Sabes lo que necesita, Gum. Lo digo en serio —dejó un beso en esa mejilla—, vamos —agarró esas manos, llevándose al beta.




*

Había una vez un niño nadando en el mar en medio de una tormenta eléctrica. Sus brazos moviéndose, su cuerpo quedarse liviano para ser uno con el agua y no ser llevado.

Mi Dulce Omega  (HopeV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora