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Se sintió calmo en los cálidos brazos de su alfa; sin embargo, esa tendencia a sentirse atrapado volvió. Era como si alguien pudiera arrancarle esta felicidad de la nada; como si dijeran que no lo merecía y todavía debía ser castigado. No debía de sentirse de esta manera, el muy bien lo sabía, pero era imposible frenar ese miedo.

Es real, no es un sueño. Es real, no es un sueño.

Empujó el pecho del hombre, y buscó una mirada, algo que le permitiera aterrizar y aferrarse de su mente cruel. Abrió la boca, no pudo pronunciar nada, sus lágrimas caer gruesamente en sus mejillas. El pelinegro trató de tocarlo, de regresarlo a su lugar seguro, diciéndole que se calmara y lo escuchara, no lo hizo en los primeros segundos, pero luego esos dedos secándole el rostro y tocándole las mejillas, le provocaron buscar la luz en esos ojos. No dejaba de llorar, pero ya no sentía tan perdido y sin piso; Hoseok lo estaba viendo, le estaba diciendo con esas pupilas la verdad.

Era cierto, él estaba embarazado.

De nuevo, una ola de gruesas lágrimas lo acechó, impidiéndole ver. Su voz se rompió, haciéndose pequeña, como si se tratara de un niño.

—Todo estará bien... estaremos bien —besó la frente y lo empujó en su pecho, abrazándolo con fuerza, sintiendo cómo su seca camisa se llenaba de humedad. Hoseok parpadeó, le ardían los ojos. No dejó de sostener a su hermoso omega, sin ni siquiera saber si el omega lo entendía o no, o si estaban en la misma página. No importaba, necesitaba calmar ese dolor que estaba surgiendo. Luego de lo que pudo ser largos minutos, de alguna forma lo llevó a la cama, él con los brazos encima de la cintura y el rostro del castaño escondido en su cuello, intentando calmar los últimos vestigios de su tierno llanto, lentamente la lenta respiración volvía. Taehyung parecía un bebé koala aferrado a su cuerpo, sin un ápice de querer separarse de su calor.

—¿Hoseok? —se atrevió a decir, con voz insegura. Sus labios junto al cuello del alfa, negándose a mirar más allá o de abandonar el cálido aroma que lo llenaba de una sensación tranquila y placentera—. Hoseok... —intentó de nuevo. El pelinegro le contestó con un bajo sonido, mientras que sus manos le acariciaban y peinaban los cabellos—, ¿lo-lo... escuchaste... escuchaste la llamada? —el otro hombre no respondió, pero esas manos que lo acariciaban, bajaron con lentitud hasta posicionarse encima de cintura, las yemas caminar con ternura hacia su vientre. Él lo sabía, Hoseok lo sabía. Sus ojos aun con el llanto anterior, no se sentían capaz de parar, llenándose otra vez. Se pegó más al cuerpo del alfa, sin dejar espacio, su vientre cálido y cuidado—. Necesitamos ir con el doctor... necesito confirmarlo...

—¿Estás seguro? —mencionó con voz baja. Sabía que ir al doctor que veía el caso de Taehyung le traía más ansiedad que bien. En las constantes citas que había asistido no habían sido buenas noticias. El rostro lo miró con ojos rojos e hinchados y asintió, una sonrisa pequeña se quería dibujar. Entendió que Taehyung necesitaba saber el por qué o cómo había sucedido, cuando le habían dicho lo contrario—. Bien... desayunamos y agendamos una cita... —le sonrió al omega que se veía frágil y pequeño. Diosa de la luna, por favor, no dejes que se rompa más; dijo. Para luego dejarle un suave beso en esos labios rosados.

Hoseok se encargó de todo, desde el desayuno hasta la cita con el médico, por suerte, había una cita disponible en una hora. Su mente había estado ausente, inmerso en sus ilusiones y pavores, pensando en cómo crecería ese pequeñín, pero del mismo temiendo perderlo gracias a su defectuoso cuerpo. Cuando esos pensamientos venían, Hoseok estaba en su lado, besándolo y tocándolo, como si leyera que no estaba bien en este momento. De este modo, necesitaba ver al médico y confirmar, resguardarse y protegerse de lo que él pudiera ocasionarle al bebé. Moriría si algo pasara por culpa de su inexperiencia e ignorancia. Se quitó la pijama, su ropa interior fue lo último. Miró su reflejó en el espejo, se veía horrible con los ojos hinchados y la cara enrojecida, ni que decir de sus ondulados cabellos que no se atrevió a peinar en la mañana. Era delgado, siempre lo había sido, con huesos prominentes en las caderas que descendían en los músculos de sus glúteos y piernas. No sabía si eso serviría, si a ese ser que esperaba pudiera vivir bien en su estrecha estructura. Se tocó el abdomen, plano y sin ninguna señal, sin embargo, sin haber ningún conocimiento físico, podía sentir ese calor en su interior queriendo protegerlo.

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⏰ Última actualización: Aug 09 ⏰

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Mi Dulce Omega  (HopeV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora