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El dulce aroma de los algodones de azúcar se sentía en el aire, como una brisa primaveral exquisita que no solo traía el dulzor de las flores, sino algo más que le provocaba una sensación cosquilleante dentro de su estómago. No se dio cuenta que se había separado de su madre hasta que se encontró en el lugar dónde un señor hacía esos deliciosos manjares esponjosos. Sus pequeñas fosas nasales se agrandaron siéndole imposible ignorar ese enigmático aroma a algo parecido a la madera, pero más picante dentro de ese lugar, por lo que se vio un poco confuso ante la situación.
—¿Se te ofrece algo, niño? —el sonriente omega le preguntó con esos enormes dientes y un sombrero gracioso sobre la cabeza. Amaba mucho el algodón de azúcar, pero era consciente que no estaba allí por decisión propia. Como si el mar lo hubiera arrastrado a ese lugar lejos de su madre.
—No señor, no tengo dinero. —por supuesto que quería uno, pero primero debía de saber dónde se encontraba. —Pero le diré a mi mamá, solo tengo que encontrarla —el pánico lo inundó cuando el mar de personas apareció en sus ojos. Solo recordaba estar admirando el show de los acróbatas junto a ella y luego fue ese aroma. Sus ojos quisieron llenarse de lágrimas, porque en su poca vida era la primera vez que se quedaba solo y se separaba de su hermosa madre, pero en vez de entrar en un sonoro llanto recordó las indicaciones de su madre cuando estuviera solo: No te muevas de tu lugar, no hables con extraños y si vez a un oficial de policía dile tu nombre.
Su madre siempre le había dicho que era un niño muy inteligente y fuerte.
Así que, con sus ojos rojos guardó sus lágrimas y esperó.
—Si quieres un algodón de azúcar puedo comprártelo, pequeño.
Un hombre vestido con una gabardina negra le sonrió, él tenía la piel más blanca que hubiera visto y unos ojos muy profundos que marcaban de igual manera sus hundidos pómulos.
El pequeño miró al hombre con un poco de curiosidad por esas finas ropas en las que parecía como un caballero, pero prefirió mantenerse alejado gracias a las indicaciones de su madre sobre nunca confiar en desconocidos y menos aceptar algo de ellos. Él le negó con la cabeza y bajó esta para que el hombre dejara de mirarlo con tanta intensidad que casi le hacía desaparecer, tanto que tuvo que romper una de las reglas prescritas en su mente.
—Lo siento señor, pero mi mamá me ha dicho que no debo de hablar con desconocidos y menos aceptar algo de ellos.
El hombre que tenía los cabellos largos que casi se le caían en su joven rostro, empezó a carcajear como si hubiera dicho un buen chiste, sin entender qué parte de lo que había dicho lo era.
—Tienes razón, pequeño, que falta de educación. No me he presentado. —se irguió y metió sus manos en sus pantalones sin dejar esa sonrisa en sus labios —Mi nombre es Choi Wook, encantado de conocerte. ¿Y el tuyo es?
—Tae... —dudó en decirle su nombre a ese extraño joven señor. Pero prosiguió, sabiendo que era una falta de educación no presentarse a alguien que lo había hecho antes. —Me llamo Kim Taehyung, señor.
—Qué bonito nombre, pequeño. —se acercó un poco inclinándose para admirar ese joven rostro —Eres el niño más bonito que he visto, creo que serás un hermoso omega en un futuro. Solo por eso quiero invitarte un algodón de azúcar ¿No quieres? —indagó en el pequeño que traía las mejillas sonrojadas —Ya sabes... no somos desconocidos.
Antes que pudiera negarse una mano se cerró en su muñeca y lo atrajo a un aroma familia donde se encontraba un vestido floreado. Era su madre.
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Mi Dulce Omega (HopeV)
FanficJung Hoseok es un agente capaz y con el mejor entrenamiento, pero no lleva una vida llena de genialidad como todos piensan, porque tiene consigo varias deudas y no encuentra un sentido a la vida que lo motive. Mismo que le lleva a buscar un buen emp...