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Estaba ahí embelesado por la belleza que era Taehyung, inmerso en sus largas pestañas que ocultaban ese raro color de pupilas; sumido en su lisa piel canela, dispuesta en estratégicos lugares que lo volvían hermoso; alzando los pómulos, esa naricita respingada, colocando esos rosados labios en forma de corazón besables.

Las yemas de una de sus manos acariciaron lentamente la piel del hombro, llegando al brazo, bajando por las caderas, quedando en esas dos vertientes, una que iba en esos formados glúteos y la otra que desaparecía en ese vientre. No hizo más, solo apreció el desnudo cuerpo que apenas vestía su camisa. Ese cuerpo había estado en su piel; había entrado en él, lo había tocado, y besado sin detenerse. Todavía parecía algo irreal e imposible ¿Qué bien había hecho para tener la dicha de estar con este chico? Nada.

Pero Taehyung lo había elegido y se había entregado solo a él.

Por Dios, el amor daba miedo. Se sentía inquieto si alguien le arrebataba esto, o si alguien se atreviera a mover un solo pelo de ese cuerpo, se volvería loco, podría convertirse en una bestia salvaje y asesinar de ser posible. Lo podía sentir en su interior, su lobo rugiendo e inquieto por lo que consideraba su omega. No se sentía el mejor hombre en este momento, por ser así, de posesivo. Quizás se debía a la marca recién hecha; los rasgos primitivos eran difíciles ignorar.

Por otra parte, tal vez era muy pronto para decir si la marca tuvo efecto o no; o si dentro de poco sentiría esa dichosa conexión que todos tenían cuando se habían emparejado, porque desde su perspectiva, se sentía normal. Claro que, su lobo y sus feromonas estaban apegadas al omega que descansaba a su lado, con una imperiosa necesidad de tenerlo y cuidarlo. No obstante, era así como siempre había sido. Miller dijo que se trataba de un lazo natural. No obstante, se supone, que ahora con la marca, debía de sentirse uno con Taehyung; estar en orden con sus emociones y sentimientos. Sin embargo, no podía percibir nada. Era como si existiera un denso bosque que le imposibilitaba llegar. Él había intentado comunicarse con el lado omega del castaño, pero nadie le había contestado dentro de esa bruma, solo había destellos confusos de emociones que apenas palpitaban de su lado.

Sin entender del todo la situación, se concentró en cerrar la herida que sus colmillos hicieron, la lamió en múltiples ocasiones viendo que lentamente empezaba a cicatrizar. La había hecho sobre la otra marca, viéndose rojiza y un poco amoratada, temiendo que haya lastimado esa lisa piel al no ver que cerraba al instante. Tuvo que seguir limpiándola y lamiéndola. No solo eso, en ese momento su lobo le exigía salir, querer estar en su forma para proteger y darle calor al que se tratara de su omega. Estuvo de acuerdo, de esa forma estaría más preparado para atacar al que sea que se atreviera acercarse.

No tardó a que su estructura se configurara, sus huesos tronaran y saliera un enorme lobo con abundante pelaje negro, patas grandes y un hocico prominente, mismo que se alzó en una posición alta y mortal, al tiempo que percibía los alrededores. Sus obscuros ojos fijos en los sonidos que sus agudizados oídos escuchaban. Con solo oír a los animales merodear el lugar, no hizo más que inclinarse al castaño y acostarse a lado de la hermosa criatura a su lado; lamió las mejillas, la frente y parte de la rojiza marca que se cerraba. Taehyung no se despertó, solo se retorció en busca de contacto, sus dedos hundiéndose en el pelaje de su pecho, esa nariz moviéndose, tanteando su aroma sobre sus pelos, hasta que se quedó en una posición donde pudiera respirar cómodamente. Él rodeó ese cuerpo, formando un ovillo, el omega solo siendo una pequeña piel en medio de tantos pelos y partes de lobo. Su hocico encontró su cola, colocándola sobre esta, así pudo cerrar los ojos.

No había amanecido, el cielo reflejaba el fondo obscuro y azulado de la entrada noche, cuando sintió al omega moverse intranquilo en medio de su pelaje. Hoseok abrió los ojos, se alzó cuando el cuerpo de Taehyung lo hizo y sin esperar un segundo, volvió a su forma humana, arrastrándose en frente del omega que se había alejado. El castaño estaba jadeando, respirando en forma bajita al tiempo que sus dedos se hundían en la tierra, al alzarle el mentón con sus dedos, esos ojos estaban desenfocados, como si miraran algo, pero tampoco pudieran enfocarlo bien. Él siguió esa línea sin ver a nadie que solo la enorme laguna. Rozó las mejillas y maldijo cuando se dio cuenta del estado sonámbulo del omega, con la vista perdida y sin conciencia de lo real.

Mi Dulce Omega  (HopeV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora