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—Estuve retrasando este día lo más que pude... no sabía cómo acercarme a ti... —con la escobita limpió la última mota de polvo, tomando el jarrón para cambiar las flores. Cuando se enteró dónde estaba el lugar de Jiwoo tuvo miedo de acercarse, no se sintió preparado. Porque dentro de su corazón, hubo varias contradicciones, estaba el resentimiento pasado que tuvo al sentirse abandonado con ese horrible hombre que lo secuestró, luego estaba la culpa que lo atormentaba al saber que fue parte de la muerte de la alfa, y otra, estaba el agradecimiento de haberla conocido y acogido en su familia. No ayudó cuando Hoseok se fue y no regresó en muchos años. Se sintió mal el solo haber enviado flores, Jiwoo no se merecía ese desprecio.

Pero ahora su corazón había sanado.

—Tú me quisiste y me amaste como un hermanito —sonrió, aguantando el dolor de poder verla de nuevo—, me vestiste, me diste alimento y una cama calientita... me diste a Hoseok, diciéndome que él me cuidaría y protegería de cualquier peligro. Y veme aquí... somos esposos —sonrió a través de lágrimas que acechaban—. No fue culpa de nadie lo sucedido... tuve que aceptar aquello... el perder a mi madre, a ustedes, a mi alma que se estaba apagando y mi cuerpo... pero tan fuerte cómo duro esa tormenta obscura, lo está haciendo ese sol... —dejó las nuevas flores en el jarrón. Prendió el incienso y rezó en silencio—. Sabes, el doctor me dijo que no sería posible, que no podría embarazarse y que mi lado omega podría no volver —estiró sus labios, tomándolo como una fea broma—, ¿tú crees es cierto? Yo... ahg... no sé qué pensar... pero no puedo quitarme esos pensamientos de tener una familia, mi propia familia... no me malentiendas. Amo a Hoseok y estoy muy feliz a su lado de esa manera, pero está ese lado absurdo que se niega a abandonar esa idea. Creo que aún soy demasiado joven... no importa, ya terminé con ello. Te prometo que amaré y protegeré a tu hermano... gracias por darme y confiarme a tu única familia... y lo lamento, que no estés aquí —cargó la basura de la urna limpiada, y salió. No le había dicho a Hoseok que vendría, porque quería tener un tiempo a solas con ella. Quizás calmaría esas incertidumbres que aún tenía en su alma—. Nos vemos, Jiwoo.

*

—¿Por qué sugieres que te ayudaré? —alzó el hombro marcando indiferencia, su rostro desprovisto de sentimentalismo o emoción, como la buena agente que era. Sorbió su café, reteniendo esa mirada con ojos obscuros. Observó bien al alfa, de pies a cabeza. El imbécil se veía bien como siempre, todo músculo bien formado y ese rostro perfilado que enamoraría a cualquier omega. Saludable, inteligente y sentimental; esa última mierda lo había llevado a marcharse por cuatro años y ser el principal cabecilla de desmantelar la red del criminal Choi. Irene no se tragada nada, ¿por qué tendría que ayudar a este alfa que se creía mejor que ella? No es que, estuviera celosa. Solo le molestaba su estúpida cara y saber lo que el omega de cabellos castaños sufrió, eso le molestaba aún más.

—Supongo que confío en ti —su cuerpo se echó para atrás, sintiéndose desgastado y agotado. Reconocía que Irene no debía ayudarle, ella todavía era una agente especial, que trabaja en conjunto con esas personas que lo ataron a cuatro años. No obstante, obtuvo lo que quiso. Su nombre fue borrado de las misiones y su relación con la inteligencia especial era nula. A pesar que la mayoría de las misiones estuvo al frente. Ahora no era nada para ellos. Sostuvo la mirada, de alfa a alfa, a ver quién perecía—, sabes que eres la única que puede hacerlo sin levantar sospechas. Eres una de las mejores espías.

Se carcajeó—. Tus falsos halagos no te servirán. No tienes nada que pueda importarme —dejó su café. Desviando ahora la mirada, para ver su celular—, se hace tarde, no tengo tiempo para esto. Y una cosa —se alzó del asiento, apoyando una de sus manos en la mesa, acercándose al alfa—, aparte que no quiero hacerlo por ti.

—No te estoy diciendo esto para hacerlo por mí, sino por él... —se levantó de su silla, alzándose en su gran altura que opacó a la alfa—. Él se dio por vencido en esto. Pero, esa mirada de anhelo es lo que más me atormenta... al igual que yo, él quiere respuestas... no lo que esos médicos le han dicho.

Mi Dulce Omega  (HopeV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora