Su cuerpo estaba de lado en la cama, a modo letárgico como si estuviera enfermo o fuera un tronco muy pesado. Cubierto con las lisas sábanas azul cielo se deslizó entre ellas, asentando la cabeza en una de sus suaves almohadas. No había podido dormir bien en esos días y en esa noche en especial parecía acrecentar más su condición.
Mañana por fin sería el día.
Su mente no paraba de divagar posibles escenarios, unos más desafortunados que otros. Y si salía mal; si lo odiaban; o si se llegaba a descontrolar para salir corriendo de allí. Su corazón se aceleró golpeando su pecho con el miedo presente, trató de respirar, inhalar y exhalar a un ritmo muy lento, mientras sus parpados estaban cerrados duramente, buscando un escenario blanco y tranquilo.
"Estoy bien, no hay nada malo ahora"
Se aferró dolorosamente a sus almohadas cuando esa sensación volvió, pero duró solo un momento, controlándose de inmediato. Respiró despacio, repitiendo el mismo procedimiento hasta lograr calmarse y poder abrir los ojos, encontrándose con el color cremoso de su pared.
"Estoy bien"
Pero en lo que duró su tranquilidad apareció algo para perturbarla, sintió cómo la piel de su rostro y cuello aumentaba de calor, con algo de urgencia se sentó para tomar sus precauciones, su celo no podría presentarse, faltaba varias semanas para eso; olió el aire a su alrededor, como a sí mismo sin percibir su aroma. Sin embargo, en ese momento un pequeño toque eléctrico doloroso como solía describirlos se instaló en su cuello, justo donde estaba la marca. Con su mano la tocó, sintiendo dos golpeteos como latigazos que se extendieron ahí, antes de irse de la piel de sus músculos sin más.
Cuando volvió a mirar la pared de su habitación se dio cuenta que sus ojos habían estado cerrados en todo instante, al igual que su frente empezaba a humedecerse con algunas gotas.
Estaba bien, se repitió por tercera vez. Era común que esos episodios aparecieran de la nada, pudiendo controlarlos casi en su totalidad a esa edad, aunque la sensación y el pánico llenarle permaneciera constante, cediendo poco en esos años.
Se arrastró de la cama para ir a su mueble, abrió un cajón donde sacó una de esas pastillas, la miró en sus manos sin querer tomársela, le habían dicho que solo en casos de emergencias, donde su celo lo golpeara fuertemente y lo hiciera antes de que no pudiera controlarle. Por esa misma razón no había necesidad de tomarla, pero su doloroso corazón quería estar protegido, su miedo iba más allá sin conciencia.
El timbre de su puerta retumbó cerca, el sonido volvió a extenderse, avisándole que alguien lo estaba llamando, con un poco de molestia o alivio dejó la tentadora pastilla, cerrando su cajón para ir al encuentro de la persona molestando su supuesto sueño; pensó que el único que podría estar detrás de esa madera era Bogum para darle más papeles al presentarse en la universidad. Quitó la clave de seguridad abriéndose aquel portón, salió de su habitación con cuidado hasta ubicarse afuera, alzó la mirada encontrándose con un hombre recién bañado con los cabellos húmedos, recargado en la pared del pasillo. Su pecho bramó sin alguna explicación, podría tratarse de asombro al ver a su pelinegro guardaespaldas, su cuerpo se tensó sin saber a dónde ir cuando lo vio acercarse a él, muy cerca.
—¿Estas bien? —miró esos claros cabellos revueltos, los ojos tensos y asustados, unas pequeñas gotas unían sus pestañas evidenciando lágrimas, así como esos labios rojos por lo que pudo ser una mordida, no se veía bien, casi como una persona a punto de ver su celo, pero el aire intacto refutó su suposición. Quiso alzar su mano para tocar esa frente con gotas surgir, deteniéndose por su atrevimiento —¿Sucede algo? —preguntó de nuevo, viendo al castaño dar pasos hacia atrás.
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Mi Dulce Omega (HopeV)
Fiksi PenggemarJung Hoseok es un agente capaz y con el mejor entrenamiento, pero no lleva una vida llena de genialidad como todos piensan, porque tiene consigo varias deudas y no encuentra un sentido a la vida que lo motive. Mismo que le lleva a buscar un buen emp...