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Sus pupilas bebían de esa forma bellamente dormida, de la lisa piel con coquetos lunares que parecían a los puntitos negros de una roja sandía; de esos labios que se abrían sacando pequeños suspiros, mientras esas largas pestañas temblaban al estar inmersos en un profundo y dulce sueño. No pudo dejar de mirar, tampoco pudo moverse, mejor dicho, no quiso, congelándose lo más que pudiera para no despertar a la preciosa criatura que se había dormido sobre su pecho. Los colores de la película aun reflejaban la habitación, evidenciando que nunca terminaron de verla.

Quería tener una cálida tarde, sin nada que hacer que solo acostarse en el sofá viendo un sinfín de películas. Taehyung había estado emocionado, caminando de un lado a otro escogiendo del catálogo de películas por ver, y diciendo que sería fantástico comer un tazón de palomitas de igual manera.

Eso hicieron los primeros minutos, cuando el castaño se deslizó de su lado, y se acurrucó en medio de su cuerpo, pegando su oreja sobre los latidos de su corazón, mencionando que no se sentía tan cómodo en el sofá. Claro que estuvo de acuerdo, ¿quién no querría a un hermoso omega tocándole el cuerpo, regalándole de su calor y llenándole de su suave aroma?

Su mano fue al control de la tv para apagarla, no servía de nada cuando ninguno de los dos sabía qué estaba pasando con aquella película. Sus dedos picaron, moviéndose como si tuvieran vida propia para arrastrarse en esa cintura, palpando la suavidad dócil de ese cuerpo. Sus yemas paseándose, subiendo por los contornos bien formados de esa estructura. Quería tocarlo, apreciarlo y quizás besar cada una de sus partes, pero tenía que conformarse con esto. Ver a ese chico descansar plácidamente fue satisfactorio que no quiso intervenir más. No obstante, Taehyung despertó.

—¡La película!... —se lamió los labios al sentirlos secos, no se perdió de la pesada y cálida mano sobre su cintura que lo sostenía, sintiendo esas mariposas habituales cuando ese hombre lo tocaba—, lo siento... —murmuró; el alfa solo le sonrió, quitándole importancia a lo sucedido. De pronto, esas manos se movieron a sus caderas, empujándolo arriba para que pudiera acomodarse sobre el pecho de nuevo. El tacto no terminó ahí, sino que, se arrastró lentamente sobre sus glúteos. Fue un toque inocente que tenía la finalidad de sostenerlo, pero él aguantó la respiración. No quería parecer necesitado, es decir, apenas ayer estuvieron tan pegados en la cama. Sin embargo, su cuerpo estaba volviéndose loco, con las terminaciones temblando y su vientre calentarse. El traicionero celo estaba regresando. Sus labios se abrieron con un quejido, sus uñas se cerraron en los hombros de Hoseok—. Lo siento... —murmuró.

—Estás en celo, cariño... no hay nada que avergonzarse o disculparse... —puso debajo de él al omega, las avellanas pupilas lo veían con dulzura y cariño, mucho anhelo. No le hizo esperar, los suaves labios se abrieron para recibir su boca y lengua, despacio y húmedo, al tiempo que tocaba cada centímetro de la lisa piel, jugando con la ropa puesta, moviéndola para besar, morder cualquier parte expuesta. El omega retorciéndose hermosamente cuando besaba la parte sensible de su cuello y sus sensibles pezones vestidos. El bóxer se movió lo suficiente para mostrar un lindo miembro húmedo. Metió sus dedos dentro de la tela, agarrando la cálida piel, empujando la ropa interior por abajo hasta quitarla.

—Hoseok...

—Espera, cariño —bajó el cierre de sus pantalones, sacando su duro miembro adolorido. Se alineó y entró en el estrecho calor que lo recibió con un gemidito, provocando a las terminaciones de su oído. Siempre Taehyung se sentía tan bien; era un paraíso—, Dios... Tae —se movió suavemente. Sus dedos hundiéndose en el sofá, uno de sus brazos impidiendo con fuerza aplastar con su peso al omega.

Hoseok lo estaba viendo, sus obscuros ojos puestos en cada una de sus expresiones. Sintió cómo sus mejillas se volvían calientes al saber que esa mirada estaba inmersa en su placer, en lo que hacía cuando ese grosor iba en lo profundo y empujaba ese punto que lo incitaba a gemir; en cómo sus labios se abrían sacando jadeos y sus dientes los mordían para intentar aguantar el intenso placer; en cómo sus propias pupilas no dejaban de mirar al alfa que estaba disfrutando de su cuerpo. No debía mirar si no quería posteriormente sepultar su rostro dentro de la tierra como el chico tímido que era, pero ahí estaba, mirando al alfa que lo estaba cogiendo. Sus uñas se clavaron en ese pecho vestido, una de sus manos yendo por el cuello, intentando soportar las sensaciones placenteras que se deslizaban por las paredes lubricadas de su interior. El cuerpo de Hoseok, su peso, sus músculos, sus brazos. Los vellos raspar su tierna dermis. Sintió cómo su aliento se volvía forzoso, y sus labios no dejaban de gemir, mientras el miembro del alfa se empalaba rápidamente, hundiéndose muy en el fondo, golpeando ese punto repetidas veces, empujando a sus uñas a clavarse en la piel del pelinegro. Hoseok se vino en su interior, derramando toda su semilla. La salida de semen en su entrada ocasionó que él se viniera. El grueso nudo lo extendió, sus lisas paredes sintieron el tierno dolor, siendo apaciguado por la esencia del alfa derramarse muy dentro de él; el nudo se había acomodado bien en su interior. Había algo en que hiciera que amara este momento, volviéndolo adicto a sentirlo; porque, en ese instante se sentía el más feliz del mundo. Es decir, las feromonas del alfa lo calmaban, lo relajaban, volviéndolo como una gelatina humana que solo quería mimos y besos. El alfa le dio un par de esos, necesitándolo más y más.

Mi Dulce Omega  (HopeV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora