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Tenía dos opciones cuando Hoseok se deslizó de su cuerpo y caminó a la salida dejándolo solo en medio de la habitación; una de ellas era gritar y brincar emocionado en su cama; la otra era llorar mientras apretaba uno de sus peluches por haber tenido el milagro de volver a verlo, sin embargo, en su lugar, estaba allí, parado en un estado de shock que no entendía del todo si aquello se trataba de un sueño o no. Su alarma sonó al siguiente segundo asustándolo, haciendo que dé un ligero brinco, mismo que lo sacó de eso que creía una ensoñación volviéndolo a la realidad donde empezó a sonreír, sin importarle el molesto sonido de la alarma se aventó en su cama rodando en ella como si se tratara de un pequeño cachorro para después tomar a uno de sus peluches oliendo de ella y apretándola con todas sus fuerzas, emocionado porque Hobi había regresado a su corazón, a su vida, teniendo un milagro que jamás imaginó se repitiera, su fuerza fue más allá guardándose en el peluche mientras que sus lágrimas empezaron a derramarse.

—Gracias vida, por devolverme a Hobi... —se secó sus húmedas lágrimas sonriendo un poco —Esta vez no te vayas de nuevo. Tampoco me dejes ir... Por favor —rogó sin callar el cúmulo de emociones que salían de sus orbes imaginando que todo podría salir bien a su lado, aunque todavía existiera el montón de dudas y miedos que asechaban su presente y realidad, trató de aquello no le quitara ese pedazo de felicidad.

Después de llorar con su oso de peluche se arrastró fuera de la cama emitiendo una breve sonrisa que se asomaba detrás de esas lágrimas —Vamos Taehyung, Hoseok hyung está esperándote... —secó sus húmedas mejillas con las mangas de su pijama avanzando casi a ciegas a su baño.

Allí tardó más de lo esperado, admirando el pequeño tragaluz de la esquina superior, viendo un luminoso día, rápidamente bajó a su cuerpo para empezar a enjabonarse, seguro que el día iba a ser el mejor de todos, talló cada parte de su piel tratando de quitar todo el sudor que generó en la noche, pero su nariz rápidamente captó ese olor, sus labios se extendieron al sentir el aroma de Hoseok en su piel.

—Huelo a Hobi... —inocentemente sus mejillas se colorearon, tanto que tuvo que llevar sus manos a ellas para apaciguar el calor en ellas, estaba avergonzado por la cercanía en la que habían dormido, en cómo él se aferró a su calor al igual que un cachorro a su mamá, restregando su nariz como si no hubiera mañana. Abrió los labios, paralizándose al cruzar la línea que se había fijado cuando Hoseok llegó, se habían prácticamente abrazado y dormido juntos, pero a diferencia de lo sucedido definitivamente él no le haría daño y Taehyung estaba seguro que tampoco lo había incomodado, o mejor dicho no sabía. Su sonrisa se apagó de repente recordando esa cercanía.

—¿Hoseok me olió? —llevó su nariz a sus brazos, sacó un bufido de alivio sin percibir su aroma que seguía escondido gracias al neutralizador. La doctora le había dicho que podía dejar los neutralizadores, pero para nada se sentía seguro al mostrar algo que le traía tantos malos recuerdos, por eso estaba mejor de esa forma.

Salió de su habitación limpió y arreglado con una simple camisa manga larga y unos pantalones holgados, caminando nervioso al comedor trasero, sus pies se tambaleaban, tuvo que apretar su ropa a la altura de su corazón, porque este latía en demasía mientras más sus pasos bajaban en las escaleras ansioso por verlo y quizás oler su bonito aroma, tragó su saliva expectante de lo que podría ver.

Cuando por fin pudo llegar al comedor del jardín trasero separado por cristales, lo miró allí distraído con las flores, admirando la vegetación sin moverse o comer ese gran desayuno que yacía en la mesa, los ojos de Hoseok se arrimaron y toparon con los suyos congelándose por esos labios sonrientes.

—Buenos días, Tae... —el alfa se paró para arrimar una silla al castaño que venía caminando con las mejillas sonrojadas. En su asiento frente a él empezó a comer el rico desayuno a su lado, se había dado cuenta que Taehyung lucía más tímido bajando la cabeza sin poder ver sus ojos avellanas ocultos bajo ese flequillo ondulado, así lo estaban sus manos detrás de esas mangas largas, quizás enredadas entre ellas, por eso dejó de seguir sus pasos para darle un poco de espacio. La anoche anterior había roto ese restringido espacio y le preocupaba que hubiera agobiado la apacible personalidad del menor que estaba casi seguro era omega. En verdad había ignorado esas reglas al haber ido a su habitación, no solo eso, también tuvo la osadía de acostarse a su lado y rodearlo con sus brazos, porque sabía perfectamente que en medio de la noche sintió su cálida presencia moverse hacia él, guardarse en su pecho, robándole el espacio y calor, sin querer quitarle esa tranquilidad lo dejó allí.

Mi Dulce Omega  (HopeV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora