Capítulo 24

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Gracias a que la salud de Greg había mejorado muy rápido, le habían dado el alta por la tarde. Gaia había arreglado la casa de sus padres tras la intervención de la policía. Marlenne se había encargado de ir por los padres de su mejor amiga, así ella no tenía que preocuparse por otra cosa que no fuera arreglar la casa y sus hijos, los cuales dormían plácidamente en la antigua habitación de la pelinegra.

Cuando por fin llegaron, la reina los esperaba con comida y todo en su lugar. Su padre casi intenta correr al verla ahí, de pie en medio de la sala, pero su esposa lo detuvo. Gaia se acercó a él para darle un cálido abrazo, el cual recibió con todo el gusto del mundo.

-Debes de tener hambre- mencionó la ojiazul.

-Muero de hambre. La comida desabrida del hospital solo me dejó con la garganta seca- respondió con buen humor el hombre.

-No se diga más- dijo la joven, ayudando a su padre a caminar hasta la mesa.

Los cuatro se sentaron en la mesa, pero el llanto de sus hijos apareció de pronto. Greg, quien aún no conocía a sus nietos, se sorprendió al escucharlos, pero más fue su emoción por conocerlos.

-Creo que también tienen hambre- comentó la pelinegra, poniéndose de pie para ir por sus hijos- coman, ahora vengo-

Subió las escaleras a paso rápido y encontró a sus pequeños llorando con toda su fuerza reclamando por comida. Los tomó a ambos en brazos y casi al instante dejaron de llorar con tanto ímpetu. La joven bajó de nuevo las escaleras y caminó a paso tranquilo hasta la mesa, para por fin presentarle a su padre a sus nietos.

-Papá, ellos son Lynette y Einar- mencionó la ojiazul con una sonrisa.

El hombre abrió sus brazos para poder tomar a uno de ellos. Lynette lo miraba con curiosidad, causando que Greg sonriera enternecido.

-Se parece a ti, pero rubia-mencionó su padre, haciéndola sonreír.

-Y él es igual a su padre... pero con el cabello negro como yo- murmuró la reina con una sonrisa triste.

Greg después tomó a Einar y lo meció. Nuevamente Gaia tuvo ese triste sentimiento de desear una vida así de tranquila junto a sus padres y sus hijos, pero su atadura a Asgard se lo impedía. Tras unos instantes de Greg con sus nietos, la ojiazul se sentó en la sala para amamantarlos, mientras que quienes se encontraban a su espalda comenzaban a comer.

Pasaron varios minutos hasta que los bebés se quedaron dormidos después de haber comido, por lo que la pelinegra pudo sentarse en la mesa junto a su familia a comer. El ambiente era alegre en la casa de los Bronte, pues después de meses sin saber nada de su hija, por fin la miraban y acompañada por sus pequeños hijos.

Dadas las cinco de la tarde, Marlenne regresó a su casa, pues su madre le había llamado y necesitaba irse a casa. Gaia y sus padres estuvieron jugando después un poco con los príncipes, los cuales despertaron con demasiada energía tras su siesta. Cecilia y Greg no podían de la alegría al tener a sus nietos a su lado; por fin la familia estaba completa.

-No entiendo, ¿de donde sacaste todos estos juguetes?- preguntó su madre. Casi al instante, la sonrisa en el rostro de la joven se desvaneció.

-Llegaron en la mañana a la casa de Marlenne... los envió Stark-

-¿Sabe que estás aquí?- intervino Greg.

-Sí... anoche nos cruzamos- respondió la ojiazul.

-¿Cómo es que no ha llamado al gobierno?- quiso saber su padre.

-Dudo que les avise de esto. Está muy interesado en que lo perdone, así que no creo que haga algo-

-No debiste aceptar los regalos- la reprendió la mujer.

Mystic: The life changeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora