Capítulo 37

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El sonido de los pasos de Gaia podían escucharse por el puente arcoíris. Estaba decidida a terminar con todo ese problema de raíz, y no le importaría lo que podía conllevar.

Habían pasado ya dos días desde el ataque, y el rey seguía sin reponerse, al igual que Loki. La reina sentía su sangre hervir al recordar la imagen de ambos hermanos acostados en sus camas con su vida pendiendo de un hilo. La ojiazul se encargaría de que eso no volviera a suceder nunca, pero para ello tenía que enfrentarse a aquellos que habían atacado a su pueblo. Al llegar a la cúpula del bifrost, el lugar se encontraba solitario, pues Heimdall seguía siendo tratado, mas se hallaba en mejor condición. Con bastante fuerza, tomó la espada de Heimdall y la posicionó para activar el portal.

-No puede ir sola- se escuchó detrás suyo la voz de Sif.

-Es peligroso que alguien más me acompañe- comentó la ojiazul, a la vez que activaba el bifrost.

-Majestad...- la joven lo hizo callar.

-Ustedes se quedarán aquí y me ayudarán a volver a Asgard cuando sea el momento- espetó la ojiazul, caminando hacia los destellos que creaba el portal entre mundos.

-El rey nos matará si se entera que la hemos dejado sola- mencionó Volstagg.

-No les hará nada si él no se entera- y tras decir eso, atravesó el bifrost, con dirección a Muspelheim.

Como era costumbre de cuando viajaba por el bifrost, las estrellas la rodearon en su camino hacia el mundo al que se dirigía, pero algo en ellas le avisaban que no era un lugar pacífico al que iba. Tan pronto como puso un pie en el mundo de los gigantes de fuego, estos la rodearon, dispuestos a terminar con ella, mas la ojiazul envolvió su cuerpo en una cantidad enorme de energía, alejándolos de ella.

Los seres de Muspelheim realmente se esmeraban en intentar atacarla, mas sus intentos eran completamente inútiles. Gaia, un poco harta de eso, se elevó lo suficiente como para permanecer apartada de ellos y se dirigió hacia donde suponía estaba el actual líder de los gigantes de fuego. El lugar estaba plagado de fuego por donde sea que mirara, pero para la reina eso no era un impedimento.

En la lejanía se encontraba el líder de esos seres, y miraba a la actual reina de Asgard con ira. La pelinegra detuvo su vuelo justo delante suyo, mostrándole que no se sentía intimidada por él.

-Ha viajado bastante, midgardiana- espetó el ser.

-Reina- corrigió la joven- soy la reina de Asgard-

-El que el Padre de Todo te haya hecho reina, no significa que puedas igualarte a nosotros- espetó con enojo.

-¿Y quien ha dicho que quiero igualarme a unos simples gigantes de fuego? Soy más poderosa de lo que ustedes podrían desear ser- el gigante de fuego intentó tomarla, mas la reina se apartó de él, solo lo suficiente para mantenerse a salvo.

-Eres una insolente- espetó con enojo.

-Insolentes han sido los soldados que has mandado a mi reino- los ojos de Gaia comenzaron a tornarse de un rojo profundo- será mejor que desistan de su intento por deshacerse de mí o del rey, porque no saldrán bien de esa pelea-

-¿Crees que te tenemos miedo?- se burlo el gigante de fuego.

-Temerme es lo más inteligente que pueden hacer-

-No eres más que una midgardiana-

-Soy la midgardiana a la que temes lo suficiente como para intentar deshacerte de mí- las palabras de Gaia tenían tanto filo que realmente hirió el orgullo del líder de Muspelheim- acaben con su intento inútil de matarnos, o créanme que no seré tan misericordiosa como con sus compañeros- aquellas palabras las pronunció para que todo el pueblo pudiera escucharla- Asgard no quiere entrar en guerra, solo buscamos la paz en los nueve mundos, pero si intentan herirnos, conocerán la verdadera cara de la reina-

Mystic: The life changeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora