Capítulo 39

316 40 31
                                    

La mirada fija en sus labios la tenía demasiado asustada, sobre todo por lo que podía pasar si aceptaba esa proposición silenciosa. Gaia miraba a Loki con demasiada confusión, pero a la vez con un deseo que no había experimentado hacía tiempo. El gigante de hielo la tenía sujeta por la cintura con firmeza, evitando así que la joven huyera nuevamente de él.

La reina de Asgard se sentía atraída por la enigmática aura que rodeaba al dios del engaño, pero sabía que tenía que hacer uso de toda su fuerza para no caer en su oscuro hechizo. Sin ella advertirlo, Loki rozó sus labios con los de ella, hasta que por fin los unió en un beso bastante necesitado. Aquello derrumbó todo obstáculo que ella misma había puesto, había terminado sucumbiendo ante él.

El pelinegro por fin podía demostrarle todos los sentimientos que tenía por ella, y nada ni nadie le impediría no hacerlo. Tomó a Gaia con fuerza, logrando hacer que la ojiazul envolviera sus piernas alrededor de su cintura. Era en ese momento donde la pelinegra daba gracias de llevar un vestido ligero.

Pronto la necesidad de ambos fue aumentando poco a poco, hasta que los besos no fueron suficientes para calmar ese fuego que ardía con intensidad dentro de ellos. El gigante de hielo llevó a la reina hasta su cama, y ahí comenzó a demostrarle todos esos sentimientos que había ocultado por tanto tiempo.

Loki llevó sus manos a la pierna de la ojiazul, mientras la besaba con intensidad. Gaia por su parte comenzaba a deshacerse de la ropa del dios del engaño, hasta dejarlo desnudo del torso. La reina no pudo evitar llevar sus manos al pecho de Loki, era la primera vez que sentía su piel de esa manera.

El hijo de Laufey la trataba como la reina que era, pero también le demostraba quien podría domar a esa reina inalcanzable. Los suspiros por parte de Gaia eran el sonido más placentero para Loki, quien se esmeraba en causar esa reacción en ella. Fue entonces que llevó sus labios a su cuello, y descubrió el punto más débil de la joven.

La recamara de la reina amortiguaba los jadeos y suspiros entrecortados que causaba Loki en Gaia, a pesar de aun no haber consumado ese momento. El gigante de hielo jugaba con ella hasta el punto de estar desquiciándola del placer. De vez en cuando la joven liberaba una cantidad pequeña de energía, la cual solo reafirmaba las sensaciones que había en su cuerpo. Sentir a Loki besando sus piernas y muslos la estaba volviendo completamente loca, y la situación empeoró cuando por fin se hicieron uno mismo.

El pelinegro fue testigo de cómo los ojos de la reina se tornaron de un azul índigo demasiado brillante, dejando ver al mismo universo en sus ojos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El pelinegro fue testigo de cómo los ojos de la reina se tornaron de un azul índigo demasiado brillante, dejando ver al mismo universo en sus ojos. Gaia mantenía sus dedos presionados contra la espalda de Loki, mientras se deshacía del placer que el gigante de hielo le estaba proporcionando. El hijo de Laufey sabía que aquello dejaría alguna marca, pero no le importaba, pues serían el recuerdo de haberle demostrado a Gaia todo lo que sentía por ella.

La noche continuó para aquellos dos que mantenían una relación furtiva entre esas cuatro paredes. Gaia por fin se había entregado en alma y cuerpo al hombre que había despertado en ella el poder más grande que ocultaba en su interior, el hombre que la había ayudado a convertirse en uno de los seres más poderosos de los nueve mundos.

Mystic: The life changeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora