Capítulo 33

332 44 8
                                    

Los pasillos del castillo se sentían fríos y solitarios ante la ausencia de la pelinegra. Desde aquel día, no había salido de su habitación, salvo para ir a la biblioteca de la reina, donde se mantenía por horas. La situación de Thor ya había pasado, por lo que el reino se sentía más tranquilo.

El rubio llevaba todo ese tiempo intentando hacer sentir mejor a la pelinegra, pues se había enterado de su pequeña discusión con Loki por ella misma, y no pudo evitar sentir tristeza por ambos. Thor sabía muy bien cuanto estima le tenía la reina a Loki, así como este la tenía por Gaia, pero las cosas se habían salido de control. Los sentimientos que el gigante de hielo decía tener por la reina le impedían tratarla como la esposa del rey, y Thor se sentía mal por ello. Deseaba con todas sus fuerzas que las cosas fueran diferentes para los tres, pero Odín ya había dictaminado su orden y ninguno de ellos podía deshacerse de eso.

Gaia se encontraba en la biblioteca de la reina como ahora frecuentaba. La soledad que la envolvía le ayudaba a concentrarse a la hora de practicar con su magia, pero extrañaba escuchar los comentarios burlescos del gigante de hielo. Llevaban ya dos semanas sin dirigirse palabra alguna, y era demasiado notorio. Por el castillo se especulaba que la reina se había apartado del hijo de Laufey al enterarse que el dios del engaño había envenenado a Thor y que esa era la razón por la que había caído en cama. Nadie sabía la verdad ante su separación, salvo Odín y Thor.

El hechizo que intentaba crear requería de demasiada energía, por lo que terminaba perdiendo el control. Su cuerpo comenzaba a temblar sin razón aparente, y cayó de rodillas. La sensación era demasiado parecida a cuando estaba embarazada, pero no entendía a que se debía en ese momento. De pronto, de su cuerpo se expandió una ola de energía, la cual tomó lugar en toda Asgard. El reino se encontraba cubierto por una cúpula azul índigo, alertando al pueblo entero.

La ojiazul intentaba retraerlo, mas esa energía parecía tener vida propia, y le era imposible ocultarla. A pesar de que no era demasiado doloroso para ella, si era cansado, pues su energía parecía comenzar a drenarse poco a poco. Sabía que lo más probable era que se tratara de una advertencia de parte de sus poderes, pero a la vez creía que se debía al hechizo que había intentado crear.

Cientos de voces llegaron a su mente de golpe, lo que la hizo gritar con fuerza. Los libros de las estanterías temblaron ante aquel ensordecedor grito de la ojiazul. El lugar comenzaba a ser un completo caos, debido a lo que pasaba, pero hacía todo su esfuerzo para detenerlo.

Fuera de aquella cámara, los asgardianos admiraban la cúpula que se alzaba en el cielo, así como los destellos que tomaban parte de aquello. Thor, quien se encontraba junto a los guerreros, comenzó a escuchar el alboroto que se estaba cerniendo en el pueblo, por lo que salió a la terraza del lugar y encontró aquella imagen.

-¿Qué es eso?-preguntó Sif con confusión.

-Gaia...-murmuró el rubio, para después correr hacia el interior del palacio.

Thor comenzó a buscar a la pelinegra por todo el castillo, pero no había señal alguna de la joven. Recorrió todos los lugares conocidos y no la hallaba, lo cual lo estaba preocupando. En una medida demasiado desesperada, llegó hasta la habitación de Loki, quien se mantenía tranquilo mientras leía.

-¿A qué debo tu visita, hermano?-preguntó el ojiverde sin apartar la vista de su lectura.

-Necesito tu ayuda-espetó el rey.

-Estoy ocupado-

-Es Gaia- al escuchar su nombre, el dios del engaño titubeó, mas se mantuvo sereno.

-No veo por qué debería de importarme-

-Deja de lado tu orgullo por un momento y ayúdame a encontrarla- espetó Thor con enojo.

Mystic: The life changeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora