Capítulo 08: El viejo Txudel (2)

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II.


Abrí los ojos en medio de la oscuridad, derramando lágrimas de tristeza y frustración. Tales emociones se mezclaban con la confusión propia de cualquier persona que despierta de una desesperante pesadilla.

Mi mano derecha era aferrada con fuerza.

—Korelia, Korelia —susurraba Freya con evidente preocupación—. ¿Estás bien? ¿Te duele algo?

Las imágenes en mi cabeza, tan nítidas en un principio, comenzaban a esfumarse.

—¿Korelia?

Un sueño, sólo eso había sido.

Ahora estaba en una cama junto a Freya. Mi respiración regresaba a la normalidad y los latidos de mi corazón se apaciguaban. Seguramente en pocas horas olvidaría mis oscuros sueños.

—Korelia —insistió la pequeña. Fue entonces cuando me volví a mirarla—. ¿Qué tienes?

—No es nada —mentí.

—Pero estabas llorando. Tía Rista dice que la gente solo llora cuando algo muy malo o muy bueno les pasa.

—Pues... sí, es eso. Estaba soñando con algo muy feliz.

—¿En serio? —Asentí ante su mirada soñadora—. ¡Que lindo! De seguro soñaste que encontrabas a tu papá, ¿verdad?

Llegó a mí la fugaz visión de un pequeño altar abandonado en mi anterior mundo, acumulando capas de polvo. ¿La policía ya habría notado algo? ¿O mi papá estaría por siempre allí junto al cadáver de mi madre?

Respiré hondo.

Me dispuse a decirle a Freya que continuásemos durmiendo, y fue justo ese momento cuando pude captar cierto sonido.

—¿Lo escuchas? —susurré.

—¿Qué cosa?

—Creo que es tu hermana.

Sí. A juzgar por el sonido, su hermana estaba bajando las escaleras llevando consigo dos lecheras de metal completamente vacías.

Sé que sonaría tonto, pero podía "verla" claramente, andando con dificultad y saliendo de casa al tiempo que trataba de no hacer ruido alguno. El chirrido de la puerta le jugó en contra.

—Se fue —confirmé—. Fue a ordeñar las Kambras.

—Yo no escucho nada —Freya miró mis orejas y sonrió—. Pero te creo. Korelia. Deberíamos ir a ayudar.

Acepté la propuesta de la niña. Salir y comenzar con algunas actividades era lo mejor para despejar la mente y olvidarme de... ¿mis sueños? ¿Qué exactamente había soñado? Yo... estaba segura que tenía que ver con... ¿Adalia? Tal vez con Hayashi... ¿O había sido con mi anterior vida?

Ya no podía recordarlo.

—Vamos —dijo Freya, saltando con agilidad de la cama—. ¡Hora de bañarnos!

—Claro —repuse distraída. Cinco segundos pasaron para que entendiera sus palabras—. ¿Eh? ¡¿Tan temprano?!


***


Fue de lo peor.

Al menos al principio.

Como era de esperarse no había agua caliente en el lugar. ¿Pueden imaginar lo que es bañarse con agua gélida en las primeras horas de la mañana? ¡El sol ni siquiera había salido!

Blumengarten: Sobreviviendo en este mundo como una chica murciélagoWhere stories live. Discover now