Interludio 6: Affarossa tiene dudas

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Como cada mañana, desperté muy temprano cuando el cielo aun estaba oscuro. Era una hora rara del día, era más oscuro que nunca pero se sabe muy bien que el sol está por salir. Un momento en que los saltamontes ya han dejado de cantar, las ranas (si es que es temporada de lluvia) han dejado de croar, pero el gallo aún no ha cantado.

Me levanté con calma, tratando de no hacer ruido. Fui al cuarto que usábamos para bañarnos, nada como una ducha para despertar por completo~

El agua helaba el cuerpo y la sangre, o al menos eso debía ser para una persona normal. Pero para un Schändlich que ha vivido toda su vida sin agua caliente esto era de lo más normal. Ya no lo sentía, ¡de hecho lo disfurataba mucho!

Baño listo. Ropa limpia (o lo más limpia que se podía) lista. Con mucho cuidado para no despertar a nadie, tomé las dos lecheras y salí de casa.

Comenzaba la rutina de siempre.

—Buenos días, Vibberg —saludé en el granero—. ¿Dormiste bien? ¿Qué tal tú, Fa?

Ordeñar a las Kambras era una actividad que me relajaba mucho. Hablarles a mis pequeños animales, como si fuesen capaces de responderme, me divertía un poco. Sabía que tía Rista debía estar en el gallinero.

El tiempo pasaba, el sol comenzaba a iluminar el cielo. Seguramente Korelia y Freya estarían ya despiertas, a punto de tomar un baño. Me parecía divertido que el cabello de esa niña cambiara con tan solo mojarse con agua tan helada. Me hacía pensar, ¿si le arrojaba agua hirviendo su cabello se pondría rojo?

¡No haría algo como eso, por supuesto!

Más tarde iría a las hortalizas del viejo Tuxdel por algunas verduras para la comida. Desde la destrucción que hicieron las Kambras hacía cuatro días, parte de los suministros habían bajado un poquito. Eso no hacía muy feliz a tía Rista, pero sí que encantaba a Leona, quien ahora tenía la excusa perfecta para ir al lago por bayas y también un peretexto para hacer más queso.

¿Yo? Me daba igual, lo único que me importaba era que Korelia no había sufrido ningún daño en el accidente que había comenzado por culpa de Bauch. ¿Qué le hice a ese tonto? Nada grave lo juro, en unos días podría volver a usar ambas manos. Así es como los Schändlich resolvíamos las cosas~

Dejando de lado lo que no importaba...

Cuatro días desde que Korelia había logrado que el viejo Tuxdel lo ayudara a reparar las hortalizas. La verdad es que yo ya había hablado con él antes de que la niña intentara hacerlo, pidiéndole de favor que no fuera tan dura con ella. Creo que funcionó, porque desde el primer día Korelia regresaba a casa sin ningún nuevo chichón en la cabeza. Vaya que el viejo era difícil de tratar, pero Tuxdel no era una mala persona.

Freya seguía pastando las Kambras por las mañanas y tardes, ahora ayudada por Bauch que no estaba capacitado para talar. Korelia regresaba al ocultarse el sol y luego ambas niñas buscaban a Rookwod para escuchar sus cuentos. Tal vez eran ideas mías, pero me parecía que Korelia estaba muy entusiasmada con el ave.

Pobrecita.

Seguramente era porque nunca había visto algo similar. Desde la caída de su reina, las Akubat permanecían en cuevas, lejos de todo lo demás.

—Fui criada por un humano.

Eso había dicho ella. Mientras preparaba la comida, pensaba en sus palabras. Me preocupaban mucho, ¿habrá sido algún buen sujeto quien cuidó a Korelia?

No sería raro que Korelia pudiera ser engañada por un humano para seguirlo y luego... ¡Bam! ¡Directo al mercado de esclavos! No. No. ¡No aceptaba eso!, pensé mientras picaba las zanahorias a toda velocidad.

Blumengarten: Sobreviviendo en este mundo como una chica murciélagoWhere stories live. Discover now