Capítulo 06 - El arribo a un nuevo lugar (2) & (3)

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Parte 2


Escapar de la vista de Ika fue sumamente sencillo. Preocupada por lo que pudiera ser de Gabrielle al ser apresada, no notó como salimos del carruaje por la parte delantera. Tan pronto poner nuestros pies en suelo firme, Adalia me tomó de la mano y me llevó entre el gentío.

Se sentía extraño caminar en un suelo de roca firme. Las casas alrededor eran de al menos tres pisos de altura, terminando en teja escarlata, con pequeños balcones por donde algunas mujeres salían para arrojar agua a la calle. Eso explicaba las marcas de humedad en el suelo que toda persona optaba por evadir.

De aquí a allá, a donde quiera que mirase al menos un escaparate se alzaba. Ignoraba si aún estábamos en la calle principal. Hubiese imaginado más sitios de venta tratándose de una ciudad. Sin embargo, no había visto a tanta gente reunida desde mi llegada al mundo. El ambiente animado. Lleno de gritos de infantes que corrían entre las piernas. Bullicio de guardias persiguiendo a un hombre que al parecer había robado unos libros. El andar de diferentes carruajes y carretas: las más pobres tiradas por avestruces, las que sin duda debían pertenecer a familias adineradas, por sendos caballos.

Tanto sonido, tanta vida...

Esto me fascinaba en la misma medida que taladraba mis oídos.

Cuando era más joven —hablando de mi vida pasada, por supuesto— detestaba mucho tener que salir de casa. Prefería quedarme en mi habitación jugando videojuegos o viendo series a tener que ir a reuniones con compañeros de la escuela. Me parecía desperdiciar mi tiempo, o... en realidad, es que era demasiado tímida como para intentar socializar.

Todo cambió al crecer. Era lindo disfrutar tiempo con uno misma, pero salir a las calles, divertirse en grupo, disfrutar de los ambientes que un parque o una plaza comercial podían ofrecer, no tenían precio. Al trabajar, gustaba de salir a beber algo con los compañeros del trabajo, tengo muchas anécdotas divertidas en mi vida y... la mayor parte de ellas fueron gracias a dejar la soledad de mi habitación.

¿Se imaginan si en este mundo hubiese decidido viajar sola?

Estaría muerta, sin duda. Pero, además de eso, no tendría compañeras tan lindas como la pelirroja que estaba hablándome mientras yo la ignoraba.

¿Ah?

¿Me hablaba?

—Perdón, Adalia —me disculpé, espabilando—. ¿Dijiste algo?

—Parece que te diviertes —dijo con una ligera sonrisa. La multitud nos obligaba a caminar muy cerca de las tiendas—. Supongo que no habías visto nada más allá del valle, ¿cierto?

—Exacto, si me lo preguntas... quisiera ver más de esto.

—Sí —El semblante de Adalia flaqueó—. Por desgracia, eso no es del todo posible.

Se detuvo, obligándome a verla un tanto confundida. Con un ademán me indicó que debía pegarme a la pared, o mejor dicho a un enorme vitral que lucía por dentro algunos conjuntos de ropa para nobles.

Un lastimero gruñido llamó mi atención.

Adalia sujetó mi capucha para bajarla un poco más. Esto no me privó de la cruel visión.

Un grupo de aventureros o cazadores —no sabía cómo reconocerlos— de siete personas avanzaban entre la calle. Se abrían paso gracias a la enorme jaula que transportaban en medio de su comitiva. Sobre esta reposaba la piel de un enorme animal, de color rojo con motas plateadas. La bestia que antaño debía portarla habría de medir unos siete metros supongo.

Blumengarten: Sobreviviendo en este mundo como una chica murciélagoWhere stories live. Discover now