Parte 6
Aquella pelirroja agitaba su arma, un letal mangual, como si este fuese capaz de reflejar su misma ira, aquél sentimiento que estallaba dentro de ella cual llama ardiente consumiéndolo todo. Cada golpe, aunque parecía ser acompañado con la imprudencia que acompañaba este ferviente sentimiento, no obstante, era arrojado con fría precisión.
¿De qué otra forma podría enfrentar a un kobold con intenciones de victoria?
La fiera criatura saltaba en el momento adecuado, evadiendo cada intención de triturar algunos huesos. No se escuchaba más el espeluznante chillido característico de tal bestia, en su lugar, las risas maliciosas de un hombre al cual los últimos meses equivocadamente había llamado como a su superior resonaban tras cada ataque.
—¡Maldito hijo de zorra!
Respiró profundamente, inundando sus pulmones con lo gélido del ambiente, mezclándolo con un extraño olor de algún experimento de su compañera Lächelnd. Ignorando la fetidez, hizo todo lo posible por dominar sus impulsos, tratando de anticipar la siguiente posición de su objetivo.
Se cuestionaba aún el haber abandonado la línea de defensa en la entrada a la villa. No, ella no era tan trascendente para desequilibrar alguna balanza si de escribir el destino de Utah se tratase. Pero, Lächelnd... Su gran amiga, aquella a quien siempre serviría como su sombra, sin ella la entrada del enemigo se garantizaba.
Un árbol crujió, acompañando la burla del animal.
Otro ataque inútil.
—S-señorita Ditzel...
—¡Quédate dónde estás!
Afrontar a una bestia que la superaba con creces en agilidad era ya una tarea demandante. No necesitaba a esa estúpida arachne interrumpiéndola a cada momento. ¿Por qué la defendía?
«Porque es una cazadora —pensó, regañándose a sí misma—. El código de cazador exige protegernos unos a otros.»
Está bien, iba a protegerla, pero eso no significaba que tenía que tolerar su molesta voz, su irritante tendencia a temblar. ¿Tenía miedo esa araña? ¡Claro que lo tenía! Ella misma tenía miedo, pero de situaciones como aquellas uno no salía avante encogiéndose y llorando en un rincón.
—¡Señorita Ditzel! ¡No va a ganarle de esa forma! —gritó la arachne—. ¡Espere por un contraataque!
¿Es qué ahora pensaba darle ordenes? No tenía intención de obedecer a un semi-humano, mucho menos a una que carecía de toda experiencia comparada a ella misma. Adalia Ditzel no necesitaba a Chika Mashiro en aquel combate.
Si lo pensaba a detalle, ni siquiera era su intención ganar, solo obtener un poco de tiempo. Tan pronto como Lächelnd había arrojado aquellas trampas fétidas ella entendió todas sus intenciones: Separar a las bestias. De seguro en aquellos momentos Ave Humana estaría pidiendo clemencia mientras sus carnes eran desgarradas por la gracia de su amiga.
Solo tenía que aguantar un poco más.
Lächelnd pronto llegaría.
Llegados a este punto cobraba todo sentido dejar la villa. La única manera de detener aquel implacable ataque sería detener a quien estuviese detrás de todo esto. ¿Quizás el líder de los Kobold? Si era eso cierto, todo acabaría una vez que la bestia que tenía enfrente viera finiquitada su vida.
«Pero es raro —pensó—. ¿Por qué este tipo venía tras Korelia?»
La bola de espinas metálica impactó en el suelo, justo antes de que Adalia fuese sorprendida. Con increíble velocidad, impulsándose en sus extremidades traseras, el kobold llegó hasta ella. A sangré fría, usó sus filosas garras para reclamar el primer daño del encuentro, probando la primera sangre que con tanto encanto emanó del hombro izquierdo de la novata chica.
YOU ARE READING
Blumengarten: Sobreviviendo en este mundo como una chica murciélago
FantasyTras el asesinato de su familia a manos de un incomprensible ser, Korelia es arrojada a un mundo fantasioso, donde adopta la forma de una las criaturas más aborrecibles del lugar: una semi-murciélago. No por su apariencia, sino por la mala fama de l...