Capítulo 05: Cazando al kobold como una chica murciélago (4)

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Parte 4


En toda la historia de Blumengarten jamás se había escuchado de una gran manada de kobold reunida en un solo punto. Si bien eran una raza considerada como oscura su escasa capacidad de razonamiento, así como su comportamiento territorial, los volvía criaturas solitarias.

Pensar que, en aquellos momentos, toda una manada de ellas, quienes ni siquiera servían a la reina Lisa, aquella conocida por querer apoderarse de todo, se hallaban reunidos para destruir la villa, era ridículo.

—¡Retrocedan!

—¡¡Atravesaron las defensas!! ¡No se terminan nunca!

Los cazadores de la villa Utah jamás imaginaron que tendrían que lidiar con un número tan grande de enemigos en una sola noche. Por cada kobold al que lograban asesinar, habría al menos uno más dispuesto a ocupar el lugar del caído, continuando con un ataque cuyo objetivo no alcanzaban a comprender.

Siendo peor, la cazadora en entrenamiento, aquella gran prodigio se había marchado. Lächelnd Rohde había ordenado retroceder poco a poco, cediendo terreno con el afán de no perder hombres, todo mientras ella se ausentaba. ¿A dónde había ido en compañía de Ditzel, su eterna sombra?

Nadie lo sabía.

Los cazadores, tratando de hacer todo el daño posible no obstante cumplieron ordenes, retrocediendo poco a poco, permitiendo la entrada de los kobold a la villa. Confiaban en mantenerlos ocupados el tiempo suficiente como para que la chica o Gupta, o incluso Luttya regresara.

Pero al final de cuentas, los kobold preferirían un objetivo más indefenso.

En medio de feroces gruñidos, ignorarían a los cazadores, asaltando las casas más cercanas, fuertemente cerradas.

Una puerta de madera podría soportar durante algunos minutos el ataque de una fiera bestia o dos. Pero definitivamente... Jamás lograría hacerlo en contra de una docena.

—¡¡Dividanse!! ¡¡Protegan a nuestra gente!!

Bastante dificil era mantenerlos a raya estando todos juntos. Separar las escasas fuerzas no hizo sino servirles en bandeja de plata el dominio de la entrada a los kobold. Cuanta falta hacía un líder a la cabeza.

Pronto dos cazadores morirían en la entrada principal de una vivienda, tratando inútilmente de detener el avance.

Una mujer regordeta abrazaría a sus dos pequeños mientras las carnes de su esposo eran desgarradas. Con horror, sujetando con fuerza a sus hijos, gritó con fuerza en el momento en que los agresores saltaban hacia ella.

La primera de mucha sangre inocente al fin fue derramada.

Lejos de un ataque coordinado, los kobold solo se desperdigaban en todas direcciones. Ahora que habían sorteado la barricada de cazadores, y sin ninguno con las habilidades suficientes para detenerlos, tenían acceso a todo un festín.

Muchos morirían recibiendo flechas, dagas u otro tipo de armas en la espalda, mientras corriesen desesperados. Pero la mayoria lograría entrar en algun edificio, provocando el arrepentimiento ante la desición de no evacuar.

No se escuchaban más ordenes. Aquél cazador de más rango que antes intentaba hacer lo propio, ahora servía para que sus entrañas violasen la blanca y pura nieve.

Derrota...

No parecía que esto acabase en otra palabra para los moradores de la tranquila villa.

—¡Ayuda, por favor!

—¡La paz de stella! ¿¡Dónde están!?

Mientras eran escondidas en un sotano oculto, y su padre usaba una simple pala para defenderse de su atacante, dos pequeñas niñas conejo lloriqueaban. Aclamaban el nombre de aquél grupo heroico cuyas hazañas habían llegado a todo el continente.

Blumengarten: Sobreviviendo en este mundo como una chica murciélagoWhere stories live. Discover now