Capítulo 07: La granja Stella y el canto de un búho (2)

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                                                                      Parte 2


—Niña... —Rista apenas y podía hablar debido a la sorpresa que la embargaba—. ¿Qué...? ¡¿Cómo hiciste eso con tu cabello?!

¿Cómo quería que respondiera eso? Ni yo misma lo sabía.

Mis largos cabellos habían recuperado el tono verdoso junto al amarillento que habían tenido en cuanto puse un pie en este nuevo mundo. No era eso lo que me intrigaba. Estaba segura de haberlos visto de color completamente dorado antes de que cambiasen a este tono. Era muy raro, no sabía siquiera que decir.

—N-no lo sé... yo...

—¡Korelia! —Era Affarossa. Se acercaba corriendo, sin duda preocupada por el grito de Rista. Pude ver a pocos metros de ella una de las lecheras que sin duda llevaba hacia la casa—. ¿Atrapaste al porchi? —Se detuvo en seco al mirar mi cabello, con una expresión por demás sorprendida—. ¡¿Qué te pasó?!

—¡No lo hice a propósito!

Lo peor que me podía pasar es que creyeran que era algún tipo de bruja. No sabía nada de este mundo, pero podía pensar en lo extraño que resultaría que una chica —sobre todo una Akubat— fuese capaz de cambiar algo respecto a su apariencia. Si fuese algo normal no estarían reaccionando como ahora.

Apenas estaba pensando en una manera de defenderme, cuando nuevos gritos se dejaron escuchar. Más gente se acercaba. Demonios, ¿cuánta gente habitaba este lugar?

—¿¡Qué te pasa!? —dijo una voz juvenil—. ¡Rista! Escuchamos que...

—Pegaste sendo gritote —completó otra voz, similar a la primera.

Por un momento creí que los clones existían en este mundo.

Dos jóvenes de máximo dieciocho años habían llegado. Eran como dos gotas de agua: ambos altos, de complexión semi atlética, vistiendo el mismo traje de campesino compuesto por un pantalón bombacho y camisola envejecida color amarillo pálido; piel clara, orejas largas, ojos grandes y cabello verdoso. Elfos gemelos, ¿de qué otra forma podría definirlos?

Uno de ellos miró primero a Rista para luego fijarse en mí, con bastante curiosidad. Ladeó la cabeza, con interés.

Pos es la chiquilla que «trayeron» ayer ¿no? —dijo como si no fuera la gran cosa.

Su modo de hablar era... extraño.

¿Pueden imaginarse el acento de Kansai? ¿No? ¿Quizás el acento de la gente de Estados Unidos que habitaba cerca de Texas? Era algo así, bastante pueblerino y pintoresco, desentonaba con las mujeres que había escuchado hasta ahora.

Bueno... Affarossa también se equivocaba al hablar de vez en cuando, pero su tono era mucho más dulce.

No era momento de sorprenderse por su modo de habla.

—K-Korelia —Affarossa se acercó un poco más a mí, sin dejar de observar mi cabello—. Acaso... eres... ¿una Nature?

No era la primera vez que escuchaba ese término. Ya otros mercaderes en la villa Utah me habían asegurado mi naturaleza. Respondí que sí de inmediato, con una sonrisa, esperando que eso zanjara la situación, pero la señora Rista no dejaba de mirarme con sorpresa mientras los gemelos demostraban con su expresión que no entendían nada de nada.

—¡Una Nature! —gritó Rista, sorprendida—. ¡Minerva sea grande en el cielo! ¿De verdad lo eres?

—T-tía... —Affarossa se acercó más, sus brazos temblaban. Yo de verdad no entendía por qué tanto alboroto—. C-creo que su cabello... es prueba de ello.

Blumengarten: Sobreviviendo en este mundo como una chica murciélagoWhere stories live. Discover now