Parte 4
¿Dónde estaba?
Me encontraba sentada, sin duda. Se sentía bastante cómodo, ¿hacía cuanto tiempo que no estaba tan a gusto al descansar?
La televisión frente a mi sintonizaba un sinfín de programas, pasando a muy alta velocidad. No lograba ver ninguno. ¿Quién estaba cambiando tan rápido los canales?
—Korelia —llamó una voz muy conocida—. Ya está el desayuno, ¡apresúrate! Llegarás tarde al trabajo.
—¿Mamá? —Me levante del mullido asiento para dirigirme a la mesa—. ¿Todo bien?
—Por supuesto —respondió mi madre, confundida—. ¿Por qué preguntas?
—N-no lo sé... Solo... me preocupas.
—Ay, hija, tienes un montón de ocurrencias.
Muchas ocurrencias, ¿eh? Solía decirme eso cuando era una niña. Y allí estaba yo, con más de veinte años, sentándome en la mesa para comer el rico desayuno de mi madre antes de ir a trabajar.
Que delicioso estaba todo. Este sabor, esta textura, todo era perfecto. Si es cierto que el amor es un ingrediente en la comida, entonces el amor de mi madre era el más grande el mundo. ¡Qué felicidad!
Oh, sé lo que están pensando.
¿Por qué aún vivía con mi madre si ya tenía un trabajo?
Mi padre estaba muerto, yo era el único sostén de la familia. Tenía que trabajar muchas horas para abastecer los gastos de la casa. Cuidar de mi madre, pagar sus medicinas y, sobre todo, los estudios de...
Dejé de comer en ese instante.
En la planta baja solo estábamos mi madre y yo.
La silla enfrente de mí, vacía, me atraía de manera enigmática.
Vacía...
—Mamá...
—¿Sí? ¿Quieres un poco de café?
—No, ¿Dónde...? ¿Dónde está Mayu? —pregunté. El pecho me dolía un poco—. ¿No va a ir a la escuela?
El sonido de un plato cayendo al suelo, rompiéndose, resquebrajándose igual que la serenidad de mi madre.
Ella cayó de rodillas, llorando amargamente. Mi pecho dolió aún más, ¿qué estaba pasando?
—¡No me la recuerdes, Korelia! —gritó como una histérica—. ¡Está muerta! ¡¿No lo recuerdas?! ¡Muerta!
No...
Ella no estaba muerta.
No entendía porque mamá lloraba tanto en la cocina. Mayu no estaba muerta, yo estaba buscándola, tenía que encontrarla, no regresaría hasta lograr mi objetivo. Volveríamos a ser una familia unida.
—¡No! —gritó mi madre. Me dio asco: se arrastró hecha un mar de lágrimas para aferrarse al uniforme del trabajo—. ¡No me dejes, Korelia! ¡Quédate conmigo! ¡No te vayas como Mayu!
—Mamá... —¿Por qué mi mente no alcanzaba a reaccionar?—. Tengo que ir...
—¡¡¡No seas estúpida!!! ¡Aunque la encuentres no seremos una familia! ¡Entiéndelo! —Aún en su estado catatónico, sonrió de una manera extraña—. Por favor, quédate conmigo para siempre, quédate conmigo, quédate conmigo, quédate conmigo...
Miedo.
Amargo.
Era un sentimiento muy amargo. Así no era mi madre.
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Blumengarten: Sobreviviendo en este mundo como una chica murciélago
FantasyTras el asesinato de su familia a manos de un incomprensible ser, Korelia es arrojada a un mundo fantasioso, donde adopta la forma de una las criaturas más aborrecibles del lugar: una semi-murciélago. No por su apariencia, sino por la mala fama de l...