Capítulo 01: Así comienza esta historia (2)

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Parte 2


¿Dónde estaba ahora?

Miré hacia todos lados, tratando de orientarme, pero nada me resultaba familiar. No me pareció que esto siguiera siendo mi barrio, o siquiera mi país.

Estaba sentada en un campo basto. Solo había pastizales cerca de mí, cubiertos por sereno y... ¿un poco de nieve? Hacía frío aquí.

Al mirar a lo lejos podía apreciar figuras un tanto borrosas. Traté de enfocar la mirada, pero fue inútil. Por alguna razón no podía enfocar más allá de unos pocos de mí.

De seguro era por todo lo que me acababa de pasar. Un shock o algo así. Ya recuperaría mi visión en algún momento.

Bueno, había cosas grandes que, borrosas o no, logré ver. Como las montañas nevadas, alzándose a lo más alto, un poco lejos de donde yo me encontraba. Así como... ¿lagartos gigantes? ¿qué eran esas cosas?

Era como si fueran monstruos de gila, creo. ¡No era posible! ¡eran del tamaño de un perro gran danés!

Sentí un poco de temor al verlas, pero aquellas cosas estaban lejos de mí y eran herbívoras. Eran herbívoras, ¿cierto? Debían serlo o no estarían pastando tan alegremente.

—¿Cómo llegue aquí?

Al instante me quedé congelada. Mi voz, ¡mi voz!

Sonaba muy chillante.

Miré hacia mi cuerpo, llevándome la sorpresa de mi vida. Era un cuerpo pequeño, muy pequeño, era como... ¡una niña! Mi cabello era mucho más largo que antes, y no era castaño como en un principio. En su lugar resaltaba con una tonalidad verdosa brillante, muy brillante.

¿Terminaba en mechones más claros? No estaba segura...

—Es bonito, jeje —dije con mi chillona voz, casi olvidándome de mi situación—, ¡no! ¡concéntrate!

Mis pechos, ugh, eran pequeños.

Nunca fueron muy grandes, pero verlos de nuevo casi inexistentes resultó muy deprimente.

Sin embargo, al tocarlos me llevé otra sorpresa todavía menos agradable.

—¿¡Qué pasa con esto!?

¡Algo colgaba de mis extremidades!

Unos grandes trozos de piel (al menos eso parecían) sobresalían a través de todo el antebrazo. Eran enormes, como una gran tela verdosa lo suficientemente larga para estorbarme al caminar.

Y hablando de caminar...

¡Mis piernas también habían cambiado!

Comenzando dos dedos arriba de la rodilla hacia abajo, eran un tanto peludas. Era como si tuviera puesta unas grandes medias de felpa. Pero mis pies, mis preciados pies, ¡solo tenían tres dedos!

Con unas horribles uñas largas, y solo tres dedos, era muy difícil caminar. Apenas intenté caminar un poco y los molestos pliegues que colgaban de mis brazos me estorbaron, haciéndome caer.

No fue nada agradable caer sin poder siquiera meter las manos.

¿Qué le había pasado a mi cuerpo? ¿no tendría una cola?

Bastó un rápido vistazo a mi pequeño trasero para comprobar que nada salía de este.

Era pequeña, una niña apenas cubierta con una gran tela que servía para proteger el torso y lo importante de mi cuerpo. Tenía unas horribles cosas pegadas a mis brazos, y dolía si intentaba arrancármelas.

Blumengarten: Sobreviviendo en este mundo como una chica murciélagoWhere stories live. Discover now