Capítulo 04: El momento de elegir un arma (3)

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Parte 3


Con ambos cazadores tratando de hacer algo al respecto con la explosión no había manera de continuar con el entrenamiento. Supuse que tendríamos que volver al aula de conocimiento teórico, pero...

—¡El entrenador se fue!

—¡Día libre! ¡Vámonos!

—¡Bien hecho, conejas!

Momento, ¿de verdad se estaban marchando?

Esta bola de niños aprovechaba la situación a su favor. Sin pensarlo dos veces, todos corrieron al interior del edificio, seguramente sin la intención de regresar al aula. Los cazadores estaban tan concentrados apagando el fuego que ni siquiera intentaron detenerlos.

Suspiré.

De seguro alguien los detendría al verlos... supongo. Igual no me iba a quedar sola aquí, entré en el edifico con la idea de ir a la enfermería. Quería saber cómo estaba Gabrielle, la pobre de seguro estaba pasando por un mal momento.

«Quiero demostrar que las arachnes no solo servimos para hacer daño.»

Chika había dicho eso. No entendía que significaba, pero creo que no lo había logrado del todo. Aún sin un arma se las arregló para fracturarle algo a nuestra amiga albina, si lo pensabas con objetividad, eso podría ser algo aterrador.

No, no pensaba que habría que temerle, solo me pareció curioso ver un poco más de las razones por las que alguien normalmente le temería a alguien como ella. ¿Yo tendría algo similar? No creo que una gran fuerza, pero... ¿Podría tener alguna habilidad en especial que aterrara a los habitantes de este mundo? ¿Algo más que mi simple apariencia?

Por un segundo me imaginé a mí misma mordiendo gente para contagiarla con alguna maldición. Hincar mis dientes en la delicada carne, saborear la tibia sangre que saldría de ellos, deleitarme con... ¿Deleitarme?

Sacudí mi cabeza.

Noté entonces que el lugar estaba bastante silencioso. Quiero decir, esto no era raro aquí, pero en esta ocasión el silencio me confirmaba que el resto del grupo efectivamente había abandonado el lugar. Oh, no quería saber cuánto enojaría esto a Gupta.

Doblé por uno de los pasillos y poco faltó para que chocase con una tabla.

—¡Lo siento!

—¿Tú otra vez?

Adalia estaba delante de mí, llevando lo que parecía ser una enorme pala en la espalda. ¿Es que había decidido cambiar de arma? No parecía muy contenta... Bueno, en realidad nunca lo parecía, ¿verdad?

Quizás era mejor decir que estaba de un humor normal para tratarse de ella. Con mi actual altura había chocado directamente contra su pecho, bueno, contra el sitio donde este debería haberse encontrado.

Pobre Adalia, esperaba de todo corazón no sufrir tú mismo destino cuando mi cuerpo creciera. Quizás no debería pensar esas cosas, no es como si mi antiguo cuerpo adulto hubiese tenido más atributos, pero estoy segura de que no era tan lamentable como el de esta chica.

—¿Por qué miras tanto mi pecho? —preguntó Adalia. ¡Me descubrió!—. Estás pensando algo grosero, ¿verdad?

—¡Para nada! —me apresuré a mentir—. Solo miraba... a la nada.

—¡¿Quieres problemas?!

—¡Lo siento!

Hice una reverencia y, aunque no pareció calmar la ira de Adalia, la pelirroja suspiró. Me miró detenidamente, quizás pensando algún nuevo insulto para mí.

Blumengarten: Sobreviviendo en este mundo como una chica murciélagoWhere stories live. Discover now