Capítulo 02: El primer día en la villa Utah (2)

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Parte 2


Detrás de la escuela de entrenamiento se encontraba un campo que servía como área de descanso durante la hora del almuerzo, hoy anticipada por la explosión provocada por las niñas conejo. Varios troncos cortados por la mitad podían ser vistos, agrupados en diferentes áreas para que funcionasen como asientos en aquél sitio nevado. También había una vereda, pero no supe hacia dónde conducía debido a un hombre que la custodiaba.

—Campo de entrenamiento, pequeña —me dijo al acercarme—. Los nuevos no pueden pasar por aquí.

No tenía sentido insistir. Lo mejor que pude hacer fue regresar sobre mis pasos y sentarme en un tronco apartado. Era momento de almorzar...

O eso hubiese hecho si tan solo tuviera algo de comestible conmigo. No creía tener tanta hambre, pero ver a los demás, disfrutando de lo que parecían ser tortas, hizo gruñir mis tripas. Debería haber pedido algo a Hayashi con anticipación, aunque seguramente no me hubiese dado nada el muy tacaño.

Por otra parte, creo que daba algo de lástima allí, apartada de todos, como si fuese la excluida. Claro que mi realidad podría no estar muy alejado de ello, debido a mi condición de Akubat, pero al menos debía intentar socializar. Qué raro se sentía pensar en eso cuando todos eran unos niñatos y yo, al menos en mente, contaba con más de veinte años.

¿Debería acercarme a alguien? No. Era de mala educación molestar a alguien cuando comía, en especial si no los conoces. Mejor esperaría a que regresáramos al aula.

—¿Quieres un poco?

Di un respingo. Aquella delicada voz, casi susurrándome al oído, me había tomado por sorpresa. La chica araña estaba justo a un lado mío y no lo había notado. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? No tendría ganas de comerme, ¿o sí?

Pero lo único que hizo fue ofrecerme uno de los panes de melón que llevaba consigo. Eran bastante grandes, casi del tamaño de un balón de futbol. ¿De verdad comía tanto o es que acostumbraba compartir con los demás?

Tomé uno, murmurando un tímido "gracias". No sabía que más decir, realmente me intimidaba con su presencia.

—Los hongos... —comenzó a decir la chica araña—. Incluso los venenosos tienen propiedades muy valiosas para fabricar antídotos.

—¿Qué cosa?

La chica araña estaba absorta en aquél estúpido libro que yo no podía leer. Si se trataba del mismo que estábamos usando en clases, tenía que ser ese que se titulaba 300 especies de hierbas y hongos básicos de un cazador. Aún así, creí que estaba dirigiéndose a mí al haber hablado.

—¿Qué dijiste? —pregunté— ¿Sobre los hongos?

—Su veneno. Sirve para hacer antídotos, también previenen cierto tipo de plagas así que se usan en los cultivos. Incluso puedes crear un veneno portátil para revestir las armas.

—Oh, hablas de la pregunta que hizo el profesor Gupta.

—Ajá. —Sonrió levemente, sin apartar la mirada de su lectura.

Comencé a comer el pan que había compartido conmigo. ¡Estaba delicioso! Su sabor era bastante curioso, nunca había probado nada similar, además la textura era suave, y la azúcar inundaba mi paladar. Me sentí agradecida con ella por compartir esto conmigo. Quería hablarle, pero ¿Cómo se entabla una conversación con una chica mitad araña?

Por alguna razón me pasó por la mente decir "Oye, ¿qué comen las arañas?" ... Eso hubiese sido muy estúpido. Acababa de ofrecerme un delicioso pan, era un tanto obvio que comía lo mismo que un humano. Además, sería grosero preguntarle cualquier cosa respecto a su condición de araña, ¿verdad?

Blumengarten: Sobreviviendo en este mundo como una chica murciélagoWhere stories live. Discover now