Parte 1
Fue horrible. Desde mi llegada a este mundo no había visto morir frente a mí a ninguna persona. Ver aquél hombre, que momentos antes no paraba de gritar allí tendido, con las cuencas perdidas en el vacío me provocaba sensaciones encontradas. Por una parte, recordé a mi propia madre, despedazada en la sala de estar... A Mayu colgada en su habitación... Yo sin poder hacer nada...
Si me hubiesen preguntado semanas antes, diría que casos como el que ocurrió a mi familia eran demasiado extremos, demasiado improbables. Si añadíamos la variante de Tsuno, ¡entonces era completamente absurdo! Nunca en la vida nadie pasaría por algo así.
Pero pasó.
Yo ahora estaba aquí, en un nuevo mundo para nada amigable. En poco tiempo había aprendido que criaturas terribles, peligrosas en exceso, merodeaban por doquier, listos para infligir daño a cualquiera que se les atravesara. De la peor manera aprendí lo peligroso que era desobedecer ordenes como ir más allá de límites permitidos.
Ahora, de una manera igual de fuerte, veía con mis propios ojos lo que a cualquier persona aquí le podía pasar.
¡Maldición! ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué tenía que ver a este hombre en tan lamentable estado? Su carne desgarrada, su rostro paralizado en una infinita mueca de pavor, oler el hedor de sangre desperdigada... ¿¡Por qué!?
No podía respirar muy bien, algo me cortaba la entrada de oxígeno. Odiaba ver aquello, pero mis ojos se negaban a obedecerme y apartar la mirada.
Morder.
No. ¿Por qué tenía que morder?
Mi estómago se revolvió, faltando poco para verme en la necesidad de vomitar. Me sentí enferma.
Quería marcharme.
¿Por qué entonces mis piernas no respondían?
—Korelia... ¡Korelia!
Se aferraron a mi brazo con fuerza. Lächelnd me llevaba a rastras de regreso a la villa, con paso presuroso. Me estaba diciendo algo, pero no podía escucharla, algo embotonaba mi mente. Estuve a punto de tropezar y solo entonces reaccioné.
—... ¿Qué? Lo siento, Lächelnd...
—No importa, no importa —dijo la peli-azul sin voltear a verme—. Es lamentable que vieras eso. Vamos al gremio, ¡tenemos que avisar de esto!
Mi respiración continuó agitada, mi corazón no dejaba de latir rápidamente. Estaba asustada, muy asustada. ¿Cómo no estarlo después de haber visto algo así? Pero apresuré el paso, facilitándole a Lächelnd el llevarme más rápido. Atravesamos las primeras casas, pasando por la sastrería de la señora Maggie, a través de los mercaderes, escuchando los canticos de la villa...
—¡Lächelnd! —gritó una voz—. ¿Ocurre algo?
Miramos en la dirección del grito. Adalia se acercaba a nosotras con paso presuroso, notando que algo andaba mal debido a la poca frecuente seriedad en el rostro de Lächelnd. Llevaba un vaso humeante en la mano, supongo que estaría por allí tomando un descanso del entrenamiento matutino cuando nos vio pasar.
Mi compañera de pecas apenas y sonrió un poco. Tomó con la otra mano a la pelirroja y, antes de que pudiese decir o replicar nada, continuó su camino hacia el gremio.
—¡Oye! —se quejó Adalia—. ¿Qué hacen? ¿A qué juegan?
—El Kobold atacó —respondió Lächelnd de manera escueta.
—¿¡Qué!?
—Te lo explicaré pronto.
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Blumengarten: Sobreviviendo en este mundo como una chica murciélago
FantasiTras el asesinato de su familia a manos de un incomprensible ser, Korelia es arrojada a un mundo fantasioso, donde adopta la forma de una las criaturas más aborrecibles del lugar: una semi-murciélago. No por su apariencia, sino por la mala fama de l...