Capítulo 03: Misión de práctica (2)

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Parte 2

Tras diez minutos de persecución por el bosque, Gabrielle finalmente se detuvo en seco. A diferencia de nosotras, no parecía ni un poco agitada.

Tendría que tener presente que ella era la de mejor condición física entre las tres.

—Ja, ya que estamos aquí —dijo con orgullo.

—... ¡McCloudl!

—¡Espera, Mashiro! ¡Mashiroooo!

Teniéndola al fin a su alcance, Chika sostuvo a Gabrielle y la levantó con asombrosa facilidad. Supongo que esta era la fuerza de una arachne... No dejaba de zarandear con violencia mientras lloriqueaba llena de pánico.

—¡Wah! ¿Por qué, McCloud? —exclamaba— ¡Te dije que no quería venir aquí! ¡WAAAAH!

—¡Ya entendí! ¡Deja de sacudirme! ¡Lo siento! ¡Daidouji, ayuda!

Tenía que hacer algo o Gabrielle terminaría vomitando el desayuno de esta mañana. Además tantos gritos comenzaban a taladrarme la cabeza. ¿No podía haber un día en que esas dos no discutieran?

—Vamos, ¡cálmense ya!

Tras respirar profundamente, Chika dejó a Gabrielle en el suelo con suavidad. Parecía dispuesta a calmarse, aunque sus ojos seguían húmedos.

Gabrielle, por su parte, se alejó a una distancia considerable, mirando con recelo a quien estuvo a punto de estrangularla.

Ambas parecían haber olvidado porqué estábamos aquí.

—Bien... Chika, ¿Cómo son esas hierbas?

—Pues...

—Cualquier idiota sabría qué es una hierba de montaña con solo verlas —dijo Gabrielle, burlona. Dicho esto, tomó la primera hierba que encontró en el suelo con orgullo—. ¡Mira! Ya encontré una.

—Eso es una hierba con nieve encima, McCloud.

Había resentimiento en la voz de Chika cuando corrigió a Gabrielle. Creo que pasaría un poco de tiempo hasta que decidiera perdonarla por haberla arrastrado hasta este bosque —aunque nosotras habíamos decidido perseguirla.

Proseguimos a buscar la supuesta hierba nevada...

Era una hierba blanca. Quiero decir que no tiene nieve encima, sino que es completamente blanca por su cuenta. De acuerdo a lo dicho por Chika, no había ninguna otra hierba similar con la cual confundirla.

Y eran bastante comunes en lugares como este. No nos tomó más de cinco minutos encontrar unas cuantas debajo de un tronco hueco.

—Menos mal —Chika sonrió encantada—. Ahora podemos irnos de aquí.

—Bien, yo la arranco... ¡Auch! ¡Es como si tocara hielo!

La hierba nevada tenía un tacto extraño, no solo era fría. Era completamente solida y nada flexible, pero pareció derretirse un poco al contacto con mi mano cálida.

—¡No seas llorona, Daidouji!

Con aire petulante, Gabrielle tomó la hierba y tiró de ella sin ningún miramiento. Creo que el frío de aquella hierba no le afectaba, o tal vez se estaba haciendo la fuerte. No tenía forma de saberlo.

Tras colocar la hierba en un recipiente que Chika había traído consigo terminamos con esto. Realmente era una misión muy sencilla... Aunque no creo que así es que fuesen las misiones reales.

De pronto, el grito de Chika me tomó por sorpresa.

—¡McCloud! ¡Vuelve aquí!

—Pero... ¡Miralo! Está retándome.

Blumengarten: Sobreviviendo en este mundo como una chica murciélagoWhere stories live. Discover now