Capítulo 07: La granja Stella y el canto de un búho (4)

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Parte 4


Chilhala Cayote, ¿eh? Tenía toda la pinta que podría esperarse de un héroe de cuentos de hadas. No era difícil imaginar una historia de amor acerca del bravo hombre que buscaba el amor de una hermosa campesina. Algo muy lindo.

Sin embargo, en la expresión de Affarossa no había otra cosa que desagrado e incluso desprecio. Era increíble como el hombre continuaba sonriendo, mostrando todos los dientes, mientras la joven mujer fruncía el ceño con tanta saña. Al parecer en esta historia la campesina no quería nada con el aventurero, ¿por qué siento que había visto esto en otra parte?

—¿Qué haces aquí, Chilhala? —inquirió Affarosa, cruzada de brazos—. Te he dicho que solo me quitas el tiempo.

—Era una emergencia, querida —repuso el otro, sin perder la sonrisa en un solo momento.

—¡No soy tu querida! ¿Y bien? ¿Cuál es la emergencia?

—Quería ver tu hermosa mirada —Chilhala comenzó a rodearla sobre su montura. Freya me empujó un poco más—. Tu hermoso ser, ¿no es motivo suficiente?

A juzgar por el gesto hosco de Affarossa, no consideraba que fuese un motivo de peso para importunarla en su tan atareado día laboral. El aventurero no parecía darse cuenta, interpretando el enrojecimiento de ira como un rubor que garantizaba la efectividad de sus cumplidos.

—Mira, si no te largas juro que voy a...

—Tranquila, tranquila, solo jugaba un poco —rio el hombre—. En realidad...

Llevó una mano tras de él. Situándose de nuevo frente a Affarossa, arrojó un objeto largo a los pies de ella. Desde mi posición no podía ver muy bien de qué se trataba.

—Esto es...

—La pierna de un arachne, querida —informó el hombre con orgullo—. Parece que cayó en una de las trampas que tenemos por la zona. Aunque logró escapar, ya le he dicho a mis hombres que sigan su pista. Pronto estará muerto... o muerta, ¿qué más da?

—Deja de hacer eso, Chilhala —Se agachó para tomar la pierna de Arachne—. Sabes muy bien que esta granja está protegida de ese tipo de criaturas. No hay necesidad de...

—¡La hay! Puede que tu granja esté protegida, pero no es lo mismo para los viajeros en la zona. Hace poco tuve la suerte de encontrarme a una pareja que huía de un desastre. ¿Sabes que dicen que una villa en las montañas fue arrasada? Por supuesto, el gremio ya envió hombres a investigar la verdad de los hechos.

»Pobres viajeros. Me dijeron que todos murieron en una especie de incendio, sin duda provocado por una criatura oscura. ¿Sabes también que anoche un grupo de hombres reportó ver a una Akubat en la ciudad? ¡Los atacó a traición! ¡Como las sucias y asquerosas criaturas que son! Cosas raras pasan, querida Affarossa, ¿no has visto nada raro?

Solté un bufido de enojo, el cual por suerte no fue escuchado por el hombre. Sin embargo, noté que Affarossa daba un respingo para voltear de reojo, descubriendo a Freya con la vista. Por su parte, Chilhala estaba más ocupado tomando un porte caballeroso como para darse cuenta de nada.

—Hombres que fueron atacados por una Akubat, ¿eh? —repitió la mujer—. Son unos desgraciados.

—¿De qué hablas?

—Me atacaron, ayer cuando fui a la ciudad quisieron aprovecharse de mí... Fui salvada por... bueno... grité muy fuerte y ellos escaparon porque un par de perros llegaron haciendo un escándalo.

—Mmm, no, no creo que hablemos de los mismos tipos. Estos tenían mordeduras que un perro no dejaría jamás. Pero, Affarossa, deberías tener más cuidado en donde te metes. Sabes bien que mucha gente no te traga ni a ti... ni a los tuyos.

Blumengarten: Sobreviviendo en este mundo como una chica murciélagoWhere stories live. Discover now