CAP 19 "NAPRYAZHENNAYA ATMOSFERA"

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Adrik Marcovick:

Dedicar el tiempo en cosas sencillas, se están tornando como la vida de cualquier persona en el mundo. Sin embargo, mi instinto me empieza a picar con fuerza y mis manos añoran el líquido carmesí que antes chorreaban por mis dedos.

Aunque siento que he cambiado un poco, mi instinto obsesivo en cuanto a matar se han visto pausados. La compasión ahora me visita raras ocasiones.

Pero mi comportamiento se ha visto afectado por una pequeña mujer de menos de un metro sesenta, cabello marrón y los ojos resplandecientes como los de dos peridotos, aquellas piedras preciosas que su color es verde y posee reflejos intensos entre amarillos y dorados.

Renata Adagny, me a hecho sonreír más que ninguna mujer lo ha hecho a excepción de mi madre.

Disfruto de la compañía que me brinda Renata, pero ese beso fue tan explosivo que puso en alerta a cada una de mis reglas internas.

Durante ese momento, pensé en tantas cosas. Pero todo se remonta a una sola cosa que es perder.

—¡Mierda! —exclamo y a continuación arrugo el papel en el cual anotaba mis pensamientos y sentir del momento.

"Todo es una mierda en tu vida, Adrik Marcovick"

Tiro el papel y gruño con efusividad.

Me levanto del escritorio y cierro la puerta de mi oficina. Escucho las risas y las carcajadas de las dos mujeres de la casa. Renata y Claudia parlotean sin parar y se juegan cosas sin sentido, que solo ellas pueden entender.

Tropiezo con la mochila de Renata que reposaba en el piso y desciendo la mirada al piso.

—¡Ay si serás, Marcovick! —exclama Claudia alzando las manos y arrodillándose para recoger algunos lápices que cayeron por su lado.

Renata sonríe he inclina la cabeza levemente y susurra "No fue mi intención"

—Lo más seguro es que si pisabas los lápices te caías de cara. —empieza a carcajearse Levana.

—¡Levana!, ¿Qué tal la noche en el departamento de Renata? —enfatizo más en las últimas palabras y puedo ver como su rostro pierde el color.

—¡Marcovick! —dice con fuerza y me tira del brazo. —Silencio. —dice entre susurros.

—¡Oh, me olvidaba es un secreto! —pronuncio nuevamente con el tono de voz alto.

Levana me mira y analiza lo que va a soltar, pero, perderá de todas formas. Soy muy competitivo en todos los aspectos y no me gusta perder.

—Verás querido rusito, no quiero que papá lo sepa. Lo primero que hará es interrogarlo, lo segundo es preguntar si salimos, lo tercero y más mortal, si somos algo estable.

—Deberías ser más estable en cuanto a relaciones, pero es tu vida y toma las decisiones que creas correspondientes. Si quieres disfrutarlo, solo hazlo sin importarte una mierda la opinión de gente idiota. —pronuncio y camino hasta la mesa para coger una manzana.

—¡Adrik Marcovick! —dice con voz alta y cierra los ojos con rapidez, como si aleteará sus pestañas. —¡Eres jodidamente increíble!

—Tal vez lo sea o tal vez no... —pronuncio con la mirada fija en la pared.

—Hay un centro de juego, deberíamos ir.

—¡Oh no, claro que no! —habla Renata con las mejillas muy rosadas, mueve la cabeza, dando la señal de que un el no es definitivo.

Levana nos mira a ambos con intriga y curiosidad corriendo por esa cabecilla.

—¿Acaso fueron y subieron a ese juego circular que te hace caer? —pregunta Levana con una sonrisa de oreja a oreja.

Inmarcesible Destino [H.R.M.A. |+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora