—Reni. —escucho la voz de Dylan y volteo para mirarlo.
La pequeña Perséfone está detrás de su padre, sin embargo, ella camina dos pasos al frente y estira su brazo para darme un ramo de flores.
—Tía, Reni. —dice con entusiasmo.
—Persi... —murmuro y consigo dibujar una sonrisa tenue, pero al instante siento un puñal en mi pecho y un nudo posado en mi garganta.
—Es valeriana, Tía. —comenta Perséfone. —Tiene efectos tranquilizantes y pueden conciliar el sueño.
Trago saliva y desvío la mirada.
Mis ojos se llenan de lágrimas, sin embargo, aguanto las ganas de llorar.
—Hay una flor que me ayude a sanar el dolor. —le digo con una voz temblorosa mientras estiro el brazo para señalarle mis nudillos.
Sus pequeños dedos pasan por las cicatrices que están sobre mis nudillos y hace una mueca. Eleva su mano y lo pone en mi rostro.
—¿Dolor físico, tía? —realiza su pregunta. Dylan despeja los mechones del cabello rubio de Perséfone que se posan en su rostro.
Asiento.
—Ginseng, ylang ylang, estragón u amapola. —dice con lentitud para poder pronunciar correctamente.
—¿Me ayudarán a sanar? —le pregunto.
Perséfone me observa con curiosidad.
—Ayudarán un poco para que tengas paz, tía. —me responde.
Dylan se pone de cuclillas.
—La tía va a descansar, pequeña. —le dice mirándola.
Cuando Perséfone abandona el cuarto, me llevo las manos a mi rostro.
—Ella es muy inteligente. —digo.
Dylan está a escasos pasos de mí.
—Le interesan mucho las flores. —dice con suavidad.
—Será muy buena. —murmuro.
Jalo la sábana y me tapo hasta el rostro.
Siento un toque en mi hombro.
—Tengo sueño. —miento.
—Levántate.
—No quiero. —respondo.
La sábana es removida y Dylan me coge de mi muñeca para levantarme.
—Abre la boca. —dice mientras sostiene la cuchara llena de alimento.
Niego.
—Por favor, hazlo. —suplica.
Trago con fuerza.
Él introduce la cuchara a mi boca.
—Mastica despacio. —me dice mirándome a los ojos.
El sabor de la comida es escaso.
—Esta horrible. —comento e intento recostarme, pero Dylan sujeta mi brazo.
—Siete cucharas y podrás dormir. —propone.
Vuelvo a abrir la boca para recibir el alimento.
—Bebe. —dice dándome agua con las flores que recomendó Perséfone. «Amapola»
El nudo en mi garanta deja de tomar posesión ya que se desprende y moja mis mejillas.
—Sabe insípido. —expreso lloriqueando.
ESTÁS LEYENDO
Inmarcesible Destino [H.R.M.A. |+21]
RomansHistoria de Renata. Adrik Marcovick se gano el respecto de mi hermano, por consecuencia él esta destinado a ser quien cuide de mi en Italia, soy la niña pequeña a la que tiene que cuidar, sus tratos entre ellos son algo confuso apenas y entendí sobr...