Amaranta Smirnova:
Fui preparada para ser una cónyuge dispuesta a dar todo por Marat Vlasov, líder de la mafia roja, mi primer esposo. Sin embargo, todo cambio. Verter un líquido amarillento sobre su café y hacerle beber todos los días en la mañana, fue matándolo y ya no hubo reparación para su inminente muerte.
Me convertí en la viuda de Vlasov a los veinticinco años.
Escape a Sochi, ciudad ubicada al sur de Rusia y conocí a Michael Smirnov, un hombre con carácter firme y una peculiar seriedad dominante en su rostro. El encanto de mi segundo esposo, eran sus ojos grises y su indudable cabello rubio ondulado.
Cedí ante el poder de aquellos que llaman "amor", sucumbí ante cualquier deseo de mi mente y cuerpo. Entregue todo y él también lo hizo. Después de unos meses salí embarazada, quise tener razones suficientes para crear lazos con mi hijo, sin embargo, no pude hacerlo. Las circunstancias fueron complicadas.
La mafia roja tiene una regla muy exacta y es no crear conexión sanguínea con el bando enemigo.
Yo aún era catalogado como la "viuda" y no había posibilidad alguna de entablar relación con el bebé porque en algún momento podría perderlo. Arriesgue tanto al tomar la decisión de tener a ese niño y confíe en que Michael llegaría antes al poder, pero nada salió como planeé.
El pequeño nació un veintiséis de marzo, mientras su padre planeaba una emboscada en contra de los que se oponían a un futuro liderazgo suyo.
Llamé a Lerka Bubka, una despiadada mujer, entrenada desde pequeña y mortífera cuando creció. Necesitaba a alguien tan capaz como ella, sin embargo, en su mirada capté la confusión porque vio como alcé a mi hijo niño recién nacido para que se lo llevará.
Moví al pequeño para capturar la atención de Lerka y profundicé mi tono de voz al hablar.
—Este niño morirá tarde o temprano —. Desvié la mirada hacia la pared. —No estoy dispuesta a forjar lazos con alguien que puedo perder al final.
Lerka estiro los brazos para tomar a la criatura.
—Has lo que quieras con el niño. —espeté.
—No puedo quedarme con él. —respondió sin más preámbulos. —¿Se olvida con quién trata?, no soy la mejor figura materna, carezco de ese sentimiento y fui entrenada toda mi vida para ser una letal asesina.
—No especifique que te conviertas en su madre, hay muchas opciones, tú toma la decisión más adecuada, —contesté. —Vete ahora, desde hoy quedas revocada y ya no cuentas con un cargo que te amarre. Eres libre de hacer con tu vida lo quieras.
Lerka me miro a los ojos.
—Dejé ir a Marcovick —. Realizo su petición con seguridad al hablar. —Si lo hace prometo no decir nada sobre el acto cometido hoy veintiséis de marzo.
Giré mi cuerpo.
—Es una buena táctica la que estás usando. No obstante, creo no poder darte lo que quieres.
—Entonces, dado el caso, yo me niego a poder cumplir con lo que pide. —espetó Lerka mirándome a los ojos, dejo al bebé sobre la cama. —¿Por qué usted no mata a su hijo?, la veo tan decidida, pero aun así no puede hacerlo con sus propias manos.
Ella estiro las facciones de su rostro formando por consecuencia una escasa sonrisa.
—Le queda una moralidad deprimente. ¿No es así?, ojalá no haya arrepentimiento alguno después.
Sus palabras calaron mi ser y trague saliva de manera dificultosa.
—Los dejaré en libertad, pero serán vistos como traicioneros. —declare con la mirada aun puesta en la pared.
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Inmarcesible Destino [H.R.M.A. |+21]
RomanceHistoria de Renata. Adrik Marcovick se gano el respecto de mi hermano, por consecuencia él esta destinado a ser quien cuide de mi en Italia, soy la niña pequeña a la que tiene que cuidar, sus tratos entre ellos son algo confuso apenas y entendí sobr...