CAP 48"PECH?"

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Salgo del coche y comienzo a caminar en la línea dibujada a mitad de la carretera, simulando un juego de cuerdas en un lugar elevado.

Un auto se detiene cerca de mí, lo cual me toma por sorpresa y retrocedo.

Rodean mi cuerpo con una tela.

La silueta de una persona se posa frente a mí, mis rodillas ceden y termino tocando el suelo.

—¿Eres Adrik? —pregunto e intento ver su rostro, pero todo luce muy borroso.

Él me carga hasta meterme al auto.

—Suéltame. —me remueve al sentir como una aguja perfora mi piel.

—Fierecilla es momento de regresar a la realidad. —sujeta mis mejillas y cierro los ojos con fuerza ante la incomodidad de la luz destellante que apuntaba hacia mi cara.

Intento abrir más los ojos, sin embargo, me rindo ante la oscuridad que empieza a gobernarme.

El ruido me despierta y emito un gruñido al ver que estoy conectada a una intravenosa.

—Necesitas de ese suero, para quitar todo rastro de la droga que aspiraste en ese cubículo. —dice alguien el cual va caminando hasta posicionarse en un lugar con más luz. —Presentaste alucinaciones.

Frunzo el ceño al sentir que reconozco la voz del hombre. Mi estómago se remueve y el pavor empieza a dominarme.

—¿Acaso ya no te acuerdas de mí, fierecilla? —pregunta con una expresión vacía.

Él va acercándose y se pone de cuclillas.

—Soy Maksim. —dice.

Me froto el rostro y muevo la cabeza, sin embargo, cuando vuelvo a abrir los ojos, él sigue presente.

» Ya no es una alucinación mía.

—¿Dónde están? —pregunto en voz baja.

Maksim arruga su entrecejo y revuelve su cabello.

—No lo sé.

Aprieto las sábanas.

—De verdad no sé donde está. —responde con firmeza.

Encierro los puños y muerdo mis labios.

—Tu madre se lo llevo... —murmuro.

Desvío la mirada hasta el suero.

—Quítame esta cosa. —le digo mirando la intravenosa.

El temor esta presente en cada parte de mi ser.

—No puedo. —responde.

Dirijo mis manos hasta la intravenosa, pero el sujeta mis muñecas.

—Estás deshidratada y el efecto del sedante creo muchas alucinaciones.

Posa su mano sobre mi frente, sin embargo, retrocedo ante su gesto tan invasiva.

—Tenías fiebre hace tres horas, pero ya ha bajado. —contesta con una voz tenue.

Lo observo con detenimiento y suelto un largo suspiro.

—¿Por qué tienes el celular de Adrik? —preguntó y mi voz se escucha tan frágil.

Maksim me observa fijamente.

—Sabia que mi madre iba a ir detrás de ustedes. —confiesa con simpleza.

Él se encoge de hombros.

Mis mejillas arden al escucharlo hablar tan levemente del tema, ahogo el llanto y a raíz de eso se crea un paredón en mi garganta, que me impide respirar.

Inmarcesible Destino [H.R.M.A. |+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora