17 años...
Me aferró a mi vestido con fuerza, al mismo tiempo tengo ganas de salir huyendo, todas las miradas están puestas en mí, los periodistas no paran de lanzar preguntas repetitivas a mí persona.
Fue un error haber salido ahora, los guardaespaldas no pueden con tantos periodistas interponiéndose en mi camino, ingreso a una tienda de ropas prestigiosa, me escondo tras vestidores y trato de relajarme.
Mi mente ahora está muy congestionada, la balanza entre el miedo y la vergüenza están empatados. Nunca en mi vida espere que esto pasará.
Si mamá no hubiese fallecido, tal vez estaríamos en la casa de campo, pasando el verano juntas.
Mis ojos se nublan y las manos me tiemblan sin parar, él debió haber esperado y Adler debió comprender, pero lo hizo de esa manera, tenía que sobrellevar la situación ahora.
No escuché más ruido y entonces salí, ni bien di pasos hacia la derecha me di cuenta de las luces que desprenden sus cámaras, me pegue a la pared y cambie la dirección.
Mi guardaespaldas se acercó con rapidez y me dijo que pusiera su chaqueta y gorra de lana, las que traía en la mano como si estuviera preparado para esto.
Él se apresuró en hablar con el gerente de la tienda y salí del lugar, aunque fuese un centro comercial prestigioso, era un lugar público las personas eran libres de tomar fotos, pero no me gusta, me sofoca e irrita.
Los murmullos me hacen apurar el paso.
—El auto está en la esquina. —dijo señalado, él se quedó para controlar al tumulto de fotógrafos y reporteros.
Destinada a la mala suerte, mi pie se dobló y solté un quejido doloroso, tarde en ponerme de pie, no cabía duda de que soy cobarde.
No puedo controlar el dolor y eso me asusta ya que Nathan mi guardaespaldas hace de todo para detener a las personas y yo me he doblado el tobillo, mis manos están raspadas y arden, quiero llorar, pero ahora no puedo hacerlo, no tengo tiempo.
Los dos guardaespaldas más llegan y detienen a la multitud ayudando a Nathan.
Cojeo, pero no puedo hacer nada para llegar de manera rápida a la esquina, la imponente figura de un hombre se posa al frente de mí y estira su mano.
Levanto la mirada, es él, Adrik Marcovick.
—Te ves muy mal. —dice y eso es lo suficiente para hacerme romper en llanto.
Volteo con inseguridad atrás y mi cuerpo tiembla al percatarme que no durará mucho.
Ignoró a Adrik, tal como él lo hace usualmente, como si él no existiese ahora.
"¿Lo harás ahora? ¿Serás terca y orgullosa ahora?"—¡No! —me respondí con rapidez y él me observo con absoluta extrañeza.
Lo más seguro es que piense que estoy loca por hablar sola.
—¿Necesitas ayuda? —pregunto, sus manos estaban sumergidas en sus bolsillos del pantalón.
Estoy segura de que Adler lo mando.
—Oh, no lo creo, ya sabes me he torcido el tobillo corriendo, pero como vez puedo caminar muy rápido y soy muy fuerte. —mi respuesta es sarcástica, él hace una mueca.
Se acerca a mí y me jala detrás de unos autos, soy como una hoja llevada por el viento en estos momentos.
Golpeó su brazo y muerdo mi dedo índice izquierdo.
—Eres un estúpido. —reprimo los quejidos. —te dije que me he torcido el tobillo.
Me sostengo de su cuello al sentir que soy despojada del piso, todos los pelos se ponen en punta.
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Inmarcesible Destino [H.R.M.A. |+21]
RomanceHistoria de Renata. Adrik Marcovick se gano el respecto de mi hermano, por consecuencia él esta destinado a ser quien cuide de mi en Italia, soy la niña pequeña a la que tiene que cuidar, sus tratos entre ellos son algo confuso apenas y entendí sobr...