M I G R A I N E
Detrás de mis párpados hay islas de violencia
Mi mente naufragó, esta es la única tierra que mi mente pudo encontrar
No sabía que era una isla tan violenta
Lleno de maremotos, enloquecidos leones suicidas
Ellos están tratando de comerme, hay sangre corriendo por su barbilla
Y sé que puedo luchar, o puedo dejar que el león gane
Empiezo a recolectar las armas que puedo encontrar
Porque a veces para seguir vivo tienes que matar tu menteHay oscuridad, es pesada, espesa, casi puede tocarla con las yemas de los dedos. Le cuesta respirar porque sus pulmones se llenan de esa misma oscuridad. No siente el resto de su cuerpo, como si flotara en una nube, como si se hubiera perdido entre el humo. Escucha voces, ruido, murmullos lejanos que no logra entender del todo porque sus oídos se sienten tapados, igual que si estuviera debajo del agua. Hay un sollozo, un lamento largo y profundo, se siente triste al escucharlo aunque no logra comprender qué es ni de dónde viene.
—Se está muriendo. —La voz se quiebra y el llanto se vuelve más intenso. ¿Es Jasper? ¿Por qué está tan lejos?—. Se está muriendo, Chris.
El Celat lo mira desde el marco de la puerta con los brazos cruzados. Jasper no ha dejado de llorar y sus mejillas están rojas debido a la insistencia con la que las talla secándolas, aunque de inmediato vuelvan a mojarse.
Caleb está acostado en la cama a su lado sin moverse más allá de su pecho elevándose cada vez que respira. Claro que está muriéndose. Christopher puede escuchar sus latidos cada vez más lentos y pausados. Huele a muerte, Christopher conoce bien ese aroma, lo reconoce porque lo ha olido durante muchos años, siempre a su alrededor, y nunca antes pudo afectarle como lo hace en este momento, cuando Jasper lo mira con su rostro empapado y contraído con los labios apretados conteniendo los sollozos que suelta. Chris exhala y se acerca al otro lado de la cama. Puede ver los huesos rotos de Caleb y los moretones que se extienden por su cuerpo. Lo supo desde que lo encontró en esa guarida, supo que no habría otra opción más que esa y se prometió no ceder, pero, ¿que puede hacer con Jas así?
—Deja de llorar, Jasper —ordena en voz baja y se sienta en el borde de la cama, dándole la espalda parcialmente—. No soporto que llores, ya lo sabes.
Jasper no responde, pero las lágrimas no se detienen ni el sonido cada vez que sorbe la nariz. Christopher duda. Hay reglas que no deben romperse, reglas que han guiado su camino hasta el momento, reglas que se marcaron en su mente y cuerpo con castigos, con heridas y golpes. Las reglas son como una luz roja que parpadea en la parte trasera de su cabeza. Sí, las reglas formaron su carácter, los monstruos como él siempre necesitan reglas porque la libertad es algo peligroso para ellos. Los monstruos no merecen la libertad.
Exhala, está a punto de atravesar una línea, está en el límite del acantilado mirando hacia el abismo. Al final lo hace, la navaja que extrae de su bota abre una herida en su muñeca. Es profunda, muy profunda, está seguro de que llega hasta sus venas y las perfora sin ningún trabajo.
—Chris. Christopher, ¿qué estás haciendo?
El Celat no responde, se limita a colocar su muñeca en los labios de Caleb dejando que la sangre caiga en su boca sin detenerse. No la está absorbiendo, pero no necesita hacerlo porque Chris sabe que su cuerpo la recibirá. Sabe que va a asimilarla aunque él no se de cuenta. Comienza a sentirse mareado, es consciente de la cantidad de sangre que está perdiendo y de que recuperarse le llevará un poco más de tiempo del que había pensado. Se siente débil, hace mucho tiempo que no se sentía de esta forma. Se sujeta de la pared para no caer encima de Caleb cuando aleja la muñeca. Jasper la sujeta de inmediato y coloca una toalla encima haciendo presión, deteniendo el sangrado.

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Báthory
VampireCaleb vive una vida normal. Tiene un buen trabajo, amigos, un perro y un maravilloso novio. Pero, una noche Caleb descubre que su novio no es nada de lo que él imaginó y pronto su vida se ve envuelta en un torbellino de vampiros, licántropos y cosa...