H A U N T E D
Estoy en tu cabeza, la parte más oscura
No lo olvidarás, dejaré una marca
No puedes negar la voz dentro
Te abrazaré fuerte,
Nunca te dejaré ir.El Consejo le había dado muchas reglas y restricciones que seguir y Christopher las había aceptado porque no le quedaba otra opción. Era muy joven para comprender en lo que se estaba metiendo, era demasiado joven para saber que tenía otra salida, que podía tomar otro camino. Estaba asustado, perdido y solo. Después no tuvo más que seguir las reglas, tuvo que acostumbrarse a ellas, grabarlas en su mente para que una alarma sonara en cuanto estuviera cerca de romper una. Aprendió a vivir con ellas y nunca le parecieron tontas, nunca las consideró un estorbo.
Hasta este momento.
—¡Caleb! —Jasper lo sujeta por los brazos cuando la tercera convulsión de la noche lo ataca.
Jasper sabe que no va a responderle, pero no puede evitar llamarlo aunque la voz se le corta y las lágrimas le mojen las mejillas. Christopher lo mira desde una distancia prudente con los brazos cruzados y el ceño fruncido. No le pareció raro cuando Caleb no se levantó la mañana anterior ni tampoco cuando no se apareció por el comedor en todo el día. Estaba incluso agradecido por estar un momento en paz. Pero al caer la noche algo le pareció extraño: el ritmo de su corazón. Chris se había acostumbrado a él, a escuchar ese ritmo pausado, era como música de fondo para él porque lo escuchaba todo el tiempo. Era diferente al de Jasper, era casi... tranquilizante.
Fue por eso que en las primeras horas de la noche se acercó a su habitación. Su ritmo tenía algo anormal. Y descubrió a Caleb empapado en sudor, tan pálido que su piel se asemejaba a la suya. Sus huesos y dientes temblaban, jadeaba, gemía y se quejaba sin abrir los ojos.
—Chris. —Jasper lo llama con voz temblorosa sacándolo de sus pensamientos.
Caleb ha dejado de sacudirse y por fin abre los ojos, pero son blancos. Están cubiertos por una leve capa que apenas y deja ver el color natural. El Celat no dice nada, se acerca y lo revisa. Su corazón late disparejo, se acelera y se ralentiza. Christopher coloca su mano sobre la frente del castaño.
—Caleb —lo llama por primera vez usando su nombre. Su voz es firme y autoritaria. El castaño se sacude bajo su palma aunque la temperatura entre esta y su cuerpo es el mismo.
—¿Qué le sucede? —Jasper no deja de llorar y Christopher se aparta con un terrible presentimiento.
—Quítale la playera. —ordena. Tiene una ligera sospecha, pero ruega dentro de sí que no sea esa. Jasper asiente y hace lo ordenado con cierta torpeza porque Caleb no sirve de mucho.
—Oh, Dios. —Jasper se cubre la boca y Chris exhala dejándose caer en la silla a un lado.
El hombro de Caleb tiene un color morado que se asemeja al negro rodeando la marca de los colmillos que resalta en un rojo pálido. Hay líneas que simulan venas oscuras recorriendo su piel extendiéndose hasta la mitad de su pecho. El Celat respira con lentitud y se pasa una mano por el rostro.
—Matusalén —dice suave. Se recarga en sus piernas abiertas y mira a Caleb—. Joshua Layton está convirtiéndose en un Matusalén.
—Es imposible. —Los labios de Jasper tiemblan cuando habla debido al llanto—. El Consejo te habría dicho. Tenían que haberte dicho.
—Nada de esto tiene sentido, Jasper. No me gusta. No me gusta hacia dónde se dirigen las cosas.
—¿Qué haremos ahora? —Jasper se acerca para limpiar la frente de Caleb—. Se volverá un necrófago, Chris. Eso hace la sangre de los Matusalén. Se está perdiendo y... —La voz se quiebra de nuevo— ...no hay solución —declara con voz ahogada.

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Báthory
VampiroCaleb vive una vida normal. Tiene un buen trabajo, amigos, un perro y un maravilloso novio. Pero, una noche Caleb descubre que su novio no es nada de lo que él imaginó y pronto su vida se ve envuelta en un torbellino de vampiros, licántropos y cosa...