Báthory

Capítulo 35

E V E R Y T H I N G I W A N T E D

Mientras yo esté aquí, nadie puede lastimarte
No quieres acostarte aquí
Pero puedes aprender a hacerlo
Si pudiera cambiar la forma en que te ves
No te preguntarías por qué estás aquí
Ellos no te merecen

Jasper mira el abismo que se abre debajo de sus pies. La oscuridad que rodea los árboles crea un hoyo negro que podría tragárselo en cualquier momento. No fue hace mucho que subió a la cornisa de aquella mansión, lejos de todos aquellos lobos que no dejan de intentar convencerlo que está mejor sin Christopher. Es que ellos no lo conocen y él está cansado de repetirlo.

Y todo podría ser tan sencillo. Solo bastaría una pequeña inclinación y caería al abismo. Probablemente no sentiría nada y todo terminaría ahí. No más lobos. No más peligro.

No van a dejar que regrese al castillo con Chris a pesar de que es lo único que él quiere. Solo quiere estar a salvo en el único lugar que conoce. Quiere volver a escuchar los malhumorados reclamos del Celat y la vocecita tímida de Caleb. Le rogó a Jane que lo dejara volver. No funcionó.

Pero él tampoco ha cedido. Se negó a convertirse en cualquier momento a pesar de que ellos lo intentaron. Le prometieron que no lo dejarían huir, que estaba a salvo, pero Jasper no va a arriesgarse. Ellos no saben de lo que él es capaz. No saben que podrá encontrarlo en donde sea que esté y que nadie podrá protegerlo.

El lobo está ahí, oculto entre las sombras, esperando. Su lobo no ha dejado de arañar las paredes aullando para salir. Es exhaustivo contenerlo. Jasper no puede dormir, no puede comer, no puede hacer nada más que concentrarse en mantenerlo a raya. Está cansado. Está tan cansado como nunca antes lo ha estado.

—No creo que quieras hacer eso. —Jasper se vuelve hacia la derecha. La rastreadora está de pie mirándolo.

Ella se quedó cuando la manada le pidió ayuda a cambio de una buena paga. No han hablado demasiado en realidad, pero ella siempre lo mira como si no lo comprendiera. Lo estudia y analiza cada uno de sus movimientos. Es la primera vez que le dirige la palabra. Jasper vuelve la mirada hacia el frente, a esa oscuridad intensa que lo hace pensar en Caleb.

—No morirías, de cualquier modo y sería una caída muy dolorosa. —Ella se sienta a su lado, a una distancia prudente. El sol del atardecer acaricia su espalda con suavidad. Jasper asiente.

—Solo quiero volver a casa.

—Deberías estar ahí abajo, con tu manada.

—Ellos no son mi manada. Mi manada está muy lejos de aquí —afirma y esa misma afirmación le duele más de lo que pensó que dolería.

—Eres la única persona que llamaría a un Báthory su manada —responde ella. El ácido en su voz no contrasta con su semblante tranquilo. Una brisa y su cabello suelto se alborota. Huele a vainilla. Jasper no puede evitar olfatear el aire, horrorizándose de sí mismo después.

—No lo conoces —dice mirando hacia el otro lado—. Christopher me salvó la vida. Me protege, me cuida. O eso hacia, al menos. Antes de que me secuestraran en este lugar.

—Los lobos pertenecen a otros lobos.

—Si les importara de verdad, me dejarían volver a casa. No estoy a salvo en ningún otro lugar —habla entre dientes. Hay enojo acumulándose en su pecho y el lobo está arañando las paredes de su mente. Desde que dejaron de inyectarle supresores, controlar sus emociones es mucho más complicado.

—Si aprendieras a luchar-

—Tú no lo sabes —la corta. Se miran y en los ojos de Jasper solo hay furia—, no sabes nada sobre mí. No se quién demonios crees que eres. No sé por qué todos se creen que pueden decirme que hacer. No me conocen. No conocen a Christopher y no conocen... no lo conocen a él. Tú no sabes lo que es tener que huir y esconderte por ser lo que eres. No sabes todo lo que yo he sufrido así que no finjas que puedes entenderme.