Capítulo 20

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F A R A W A Y

Te preguntaré

¿Ha oportunidad para un último baile?

Porque contigo resistiría todo el infierno solo para tomar tu mano

Lo daría todo por nosotros

Lo que quería era que te quedaras

Porque necesitaba escucharte decir

Te amo, te he amado desde hace mucho tiempo

No hay luna esa noche. Los noticieros lo atribuyen al huracán que está por entrar en los días siguientes y recomiendan a la población abastecerse de los suministros necesarios para el encierro que durará un par de días. Por esa razón, la habitación de Caleb está alumbrada por su vieja lámpara acomodada en la esquina mientras él descansa en una silla de madera junto a la ventana. El cielo es negro, pero la ciudad está iluminada por las farolas y las luces de las casas. Suspira. No puede creer que está de vuelta por fin. Se siente irreal, como un sueño. Una loca fantasía de la que despertará pronto.

Regresar no fue tan sencillo. Había pasado todo el día anterior limpiando su departamento. Quitando el polvo, vaciando el refrigerador y haciendo todo lo posible por quitar ese terrible aroma a encierro y humedad. Aún hay un leve esbozo de él, pero Caleb está satisfecho con como han quedado las cosas. Hay música leve resonando en el viejo radio que guardaba en el armario. No se acostumbra al silencio de su departamento. Cuando Tem estaba, nunca había silencio. Si no estaba corriendo, estaba jugando con algún peluche, comiendo, tomando agua. Lo que fuera que hiciera, llenaba el silencio. Ya no está. Es lo único que Caleb extraña más que nada y que sabe, no volverá.

Regresa a su cama y se mete bajo las cobijas mirando hacia el techo. La pared detrás de él remplaza a la ventana que había dentro del castillo. Antes de dormir le gustaba mirar por ella. No le gustaba la lluvia, pero, de alguna forma, había nacido cierto cariño por las gotas que chocaban contra el cristal y marcaban su camino por el mismo. Era nostálgico, pero también era hermoso. Como las gotas que se quedaban sobre las hojas de las rosas silvestres y brillaban bajo la tenue luz del sol. Exhala. El aroma de las rosas silvestres lo hace pensar en Christopher. Lo echa de menos. Diablos, lo hace de verdad. Pero Caleb no iba a quedarse en un lugar donde no era correspondido. Ese castillo, esa vida es demasiado para él. Y no existe ninguna oportunidad para tener algo con Christopher. Vamos, es el Celat. El gran Celat.

¿Por qué Caleb no puede verlo solo como eso?

🥀

La puerta se cierra con un fuerte azote y Caleb tiene suerte de haber retrocedido para evitar el golpe directo contra la nariz. Parpadea aturdido y confundido. No esperaba una reacción como esa. En realidad no sabía que esperar cuando se apareció en la casa de Tadeo, pero no tenía idea de que su amigo le gritaría que era un imbécil y cerraría la puerta en su cara. Pasan un par de segundos y la puerta se abre de nuevo. Tadeo luce tan molesto como la primera vez que se asomó.

—No, no pongas esa expresión de cachorro confundido, Caleb Hill. No me la creo. No supe nada de ti durante meses. ¡Meses! Claro, tu novio te llevó de viaje sorpresa por el mundo. Puedo aceptar que no te despidieras, pero dejaste de responder a mis mensajes. Ni siquiera para decirme que estabas bien. Demonios, al menos para saber que seguías vivo.

—Tadeo, no... —Hay tanto en esas palabras que no entiende. ¿De qué viaje está hablando?—. ¿El viaje...?

—Pues sí, el viaje —responde juntando las cejas. La confusión en el rostro de Caleb parece genuina—. Joshua se apareció en la editorial para solicitar tu permiso temporal, dijo que te llevaría de viaje por el mundo, pero que era una sorpresa y que no debíamos decirte nada.

BáthoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora