Capítulo 32

688 79 19
                                    

S. E. X.

Amo tratar de liberarte

Te amo cuando estás sobre mí

Amo el sonido que haces en el segundo en que acabas

S, es por la sinfonía

E, es por el éxtasis

X, es para marcar el punto

Porque eso es lo único que realmente quieres.

El paisaje es enorme, es inmenso y maravilloso, rodeado de verde, de luz del sol y aire fresco, con el sonido de las aves entre las ramas de los árboles. La brisa es gentil, acaricia su rostro de vez en vez, los rayos del sol brillan sobre el agua y Caleb piensa que nunca antes vio algo tan majestuoso como eso. Los montes se elevan frente a él y parece que tocan las nubes con la punta de los pinos que los llenan por completo. El aire pasa y el agua crea ondas pequeñas y constantes que se mueven hacia la orilla donde está de pie. Las rocas que delinean la superficie son cálidas para las plantas de sus pies. Puede ver en la transparencia del agua la forma en que los peces se mueven de un lado a otro y las algas que bailan con las corrientes que se crean.

—Es precioso —dice, porque no conoce otra palabra para describirlo. Quizá no existe una que logre encerrar por completo lo que es ese lugar. Christopher se coloca a su lado y mira también hacia el frente y por momentos mira a Caleb.

—No estoy seguro de que lo sea —responde sin comprender por qué la mirada maravillada de Caleb intenta absorber todo lo que los rodea.

Llegar ahí fue algo espontáneo. Se preparaban para desayunar y a Christopher se le ocurrió que podrían llevarse todo a otro lugar, que podrían desayunar con otra vista más allá del comedor del castillo. Cuando se siente confundido suele ir ahí, al lago del otro lado del terreno. Es tranquilo y le permite pensar con mayor facilidad. Nunca lo había compartido con alguien más, ni siquiera con Jasper. Pero al mirar a Caleb con esa hermosa sonrisa le asegura que fue la mejor decisión. Una extraña emoción se anida en su pecho al pensar que puede mostrarle mucho más.

—Ven.

Christopher lo toma de la mano y lo conduce por la derecha, hacia el sendero de rocas y hierba en medio de los árboles que los lleva por los montes. Caleb lo sigue, maravillado por la tranquilidad y perfección de lo que los rodea. Nunca fue amante de la naturaleza, pero es que ahí es diferente. Ahí, entre los árboles y el aire y los pájaros, mirando a Chris, se siente como la persona más afortunada sobre la faz de la tierra.

Christopher se detiene y Caleb lo imita cuando llega a su lado. Frente a ellos se abre un lago más pequeño, las orillas están limitadas por concreto y al fondo, entre los arbustos, hay una cascada pequeña que llena el silencio. El agua es aún más cristalina y hay peces de color naranja nadando de un lado a otro. Christopher se sienta a un lado del lago y Caleb lo sigue. De la canasta que llevaban sacan los contenedores con comida que Caleb pudo preparar y se quedan en silencio un momento mientras disfrutan de la paz que les infunde el sonido del agua.

—Si hubiera sabido que este lugar existía, nunca me habrías sacado de aquí —dice Caleb con una amplia sonrisa que contagia a Christopher. Siempre lo hace.

—Eres la primera persona que lo ve. Ni siquiera Jasper conoce este lugar.

—¿Por qué? —Chris se encoge de hombros.

—Es... mío. El castillo nunca fue un hogar para mí, era de ella y después del Consejo. Necesitaba tener un lugar que fuera solo para mí. Lo descubrí cuando era más joven y me gustaba quedarme aquí cuando las cosas se ponían turbulentas.

BáthoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora