Capítulo 40

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W R E C K E D

Dicen que el tiempo lo sanará todo y que el dolor desaparecerá
Pero todo me recuerda a ti y esos recuerdos llegan en oleadas
Dime, ¿cómo se supone que voy a seguir adelante?
Últimamente me he convertido en todo aquello que odio
Deseando que estuvieras aquí, pero ya es demasiado tarde
Mi mente es un sitio en el que no puedo escapar de tu fantasma
Algunas veces desearía poder desear que todo desaparezca
A veces desearía poder verte un día más
Soy un desastre sin ti aquí

No es real. No puede ser real.

A pesar de que, en realidad, es real. A pesar de que es Christopher quien está sobre esa cama, a pesar de que no abre los ojos, de que no respira, de que su cuerpo está rígido y frío. No puede ser real. Es que su mente no puede creerlo. No puede aceptarlo, simplemente es imposible. Lo único que Caleb puede hacer es sentarse en una silla a la orilla de la habitación sin apartar la mirada de Chris. Una mirada apagada, sin vida y vacía. No hace más que moverse como un zombi, que dejarse guiar por Jasper a través de los cuartos como un muñeco de trapo viejo. No hace otra cosa que no sea observar el cuerpo de Christopher como si esperara que en algún momento él pudiera levantarse. Como si Chris pudiera despertar y lo regañaría por no haber dormido ni comido en esos días.

—¿Caleb? —La voz de Jasper lo saca de sus pensamientos. Sus ojos cansados se mueven hasta el rostro del castaño que, extrañamente, está sentado a su lado aunque Caleb ni siquiera lo había notado. Tampoco se había dado cuenta de que Jasper lo sujetaba de la mano con fuerza.

—¿Qué? —pregunta en un susurro. Su voz vacía hace que Jasper tenga problemas para contener la desolación que lo golpea cada vez que le habla.

—Han pasado días y... —Inhala profundo y vuelve su mirada a Christopher—. Quizá es momento de...

—¿De qué? —pregunta con un inesperado enojo creciendo—. ¿Es momento de qué?

—D-de enterrarlo... ¿Quizá...? —Jasper tartamudea ante la expresión furiosa que acaba de formarse en Caleb. El chico se suelta con brusquedad de él y se aparta.

—¿Cómo puedes decir eso, Jasper? —cuestiona Caleb con una inexplicable indignación—. Estamos hablado de Christopher, Jasper. De Chris, ¿te interesa al menos un poco?

—Exactamente, estamos hablando de Christopher. Y él... él ya... ya está muerto, Caleb. —Jasper lo dice lento con voz suave, pero Caleb luce como si acabara de ofender a todos sus ancestros con esa afirmación—. No podemos seguir conservando su cuerpo aquí.

—Él va a despertar —dice entre dientes—, va a despertar, Jasper. ¿Tú crees que Miklós solo lo mató como a cualquiera? Es el Celat, Jasper. Es el más temido y va a despertar. ¿Qué harás cuando despierte en un maldito ataúd y...? —Caleb niega, no entiende en qué momento las lágrimas comenzaron a mojarle las mejillas. Se limita a limpiarlas furiosamente—. Nadie va a tocarlo.

—Caleb....

—Lárgate —ordena sin mirarlo—. ¡Lárgate! ¡Vamos! ¡Vete! —grita al ver que Jasper no se mueve. El castaño no hace más que emprender la carrera fuera de la habitación.

Caleb exhala con el cansancio llenándolo de nuevo y se gira hacia Chris. Despedirlo, ¿cómo podría hacerlo? Después de todo lo que han pasado, después de todo lo que él ha provocado. Caleb moja un paño en un tazón de agua y se sienta en el borde de la cama, a un lado de Christopher. Con suavidad comienza a limpiar su rostro y los restos de sangre seca que aún marcan su piel. Las heridas siguen abiertas y son aún más evidentes cuando limpia la tierra que las rodea. La piel blanca y perfecta de Chris está marcada de moretones que están pasando a un negro intenso.

BáthoryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora