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Capítulo treinta y seis: El monstruo siempre vivió.

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El tiempo a veces se congelaba, a veces avanzaba muy rápido, a veces era tedioso pero sin duda el tiempo te daba un pequeño regalo cuando por fin veías el rostro de quien amabas. Taeyong jamás pensó, en todos estos años de ser una asesino a sangre fría, que un tailandés con poco sentido del humor, con una personalidad terca y con una gran habilidad con el francotirador, le robaria cada puto aire que almacenaba en sus pulmones.

Eso fue exactamente lo que ocurrió y es que para él era imposible que algo así sucediera, ¿cómo era posible? Estaba en medio de una guerra, con uno de sus antiguos compañeros y aún así, aún en esa circunstancias, Ten lograba quitarle toda autonomía para siquiera decir algo.

Ten lo miro y supo en su mirada que quería aferrarse a él pero lo inevitable es que su vida no era así y la realidad era que jamás podrían expresar sus sentimientos como la mayoría del mundo podía hacerlo. Ten miro Yuta de soslayo y Taeyong sintió el golpe de la realidad. Yuta aún era su aliado, o eso pensaba pero Ten, era algo que él debía mantener a raya, porque en esta vida no se permitían cosas así. Así que ocultarlo era lo mejor, siempre fue lo mejor.

Todo transcurrió tan lento. Taeyong solo pudo ver como Ten jamás lo miró, sus ojos destilaban odio pero ese odio no iba dirigido hacia él, pues la bala que había gatillado cayó justo en el hombro del japonés, a quien había mirado todo este tiempo.

Ten iba a propinarle otra bala al hombre en el suelo pero Taeyong se interpuso haciendo que el tailandés se sorprendiera.

— ¡No!.... Déjalo... — le dijo tratando de tomar su arma pero el menor fue más rápido y lo esquivó. Ten lo miraba sin entender.

— ¿Acaso estás loco? — le dijo el menor.

Taeyong esta vez fue más rápido y le quitó el arma—. Si vuelven a escuchar tu maldita arma solo harás que bajen y nos casen como ratas. No pase tanto tiempo intentando escapar para que me encuentren así de fácil.

Ten lo miró sin entender, sin poder formular palabra alguna. Lo tenía en frente de él después de todo. Era lo que más deseaba. Había arriesgado su vida y había dejado a los demás en aquel fuerte por venir aquí. El chico enamorado que se escondía detrás de toda esa armadura de años se sintió algo triste por ese recibimiento.

Pero que estupido niño.

— ¿Qué haces aquí? ¿Dónde están los demás? — le dijo sin siquiera mirarlo, solo intenta esquivar su mirada.

— Vine a salvar tu maldito culo — le dijo Chittaphon entre dientes mientras le quitaba el arma.

— Pues ya me lo salve, no necesito que lo hagas por mí, ¿no recuerdas nuestras reglas? Nada de heroísmos.

Ten seguía con su mirada incrédula, ¿de verdad estaba escuchado esto?

— Debiste quedarte con los demás, idear un plan y venir por todos. Ahora tenemos más cuerpos y en cosa de minutos llegarán acá. Debemos irnos.

¿Dolía? Claro que dolía mentirle, con cada fibra de su cuerpo. Tenerlo en frente solo le hacía saber lo miserable que era y lo hija de puta que había sido la vida con él, entregándole un amor con fecha de caducidad, después de todo, así era esta vida, nada era para siempre. Y luego entendió que este era él, Lee Taeyong, el primer oficial de Minho, ¿que iluso creer que tendría una vida con Ten? ¿Que estupido fue al pensar que volvería a estar con SuperM? Esa vida ya se había esfumado, él mismo la había enterrado y esta vez se enfocaria en cumplir su propósito y liberarse de las garras de Minho, y Ten no entraba en sus planes, era mucho mejor dejarlo atrás y dejar que lo inevitable sucediera porque su relación jamás tuvo un futuro aunque juro con todas sus fuerzas que lo encontraría, que lo trataría pero tener al menor frente a él solo le hizo saber que su amor le traería toda la miseria del mundo. Jamás arrastraría a Ten en su oscura vida. Ya lo tuvo, por diez años, lo tuvo entre sus brazos, recorrió cada centímetro de su cuerpo, conoció cada rincón de su alma pero ya era momento de despertar. Dejaría que Ten se olvidara de él, que lo odiara con todas sus fuerzas, porque solo él sabía que esa era la única manera en la que Ten podría alejarse de él. Después de todo, ese trabajo ya estaba hecho, solo era cuestión de tiempo para que todos lo odiaran, pero antes de eso, seguiría con su plan de salvarlos.

Los Siete (SuperMafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora