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Capítulo cuarenta y seis: La tentación y la gloria también.

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— ¿Chittaphon?¿Chittaphonie?

La voz de una mujer. Una voz suave. Una voz que destilaba amor.

— ¿Chittaphon? Ven, ven conmigo. — le decía.

Veía unas manos, veía una manos delicadas. Eran sus manos, tratando de alcanzar las manos de aquella mujer.

— Vamos cariño, ven conmigo, tú puedes — le sonría, lo sabía pero no podía ver su rostro— vamos mi amor, ven conmigo, ven con mamá.

Mamá.

Mamá.

Mamá.

Chittaphon despertó de aquel recuerdo que le rasgaba el alma. Todo tenía sentido, todas sus pesadillas cobrarán vida y se le aparecían una y otra vez mientras las lágrimas no paraban. El llanto eventualmente se convierto en gemidos doloros, en gritos desgarradores y es que sentía la soledad, la soledad de haberlo tenido todo y ya no tener nada, de haber tenido una madre, algo que jamás pensó haber tenido y ahora haberla perdido. ¿Donde estaba? ¿Que había ocurrido con ella? ¿Aún lo recordaría? Y entonces Taeyong aparecía una vez más haciendo que todo ardiera, su alma se quebraba, su corazón se partía. Lo había traicionado, todo este tiempo había sido falso, todo había sido creado para que él viviera una realidad que no era igual que su vida, su existencia.

No era Ten, parte de una unidad de mercenarios, amigo de Mark, subordinado de Taemin, quien le hacía el café a Kai, quien molestaba a Baekhyun, quien le enseñó a Lucas como usar el francotirador, ni tampoco era Ten, el hombre a quien Taeyong amaba, no era amado, por nadie. Era Chittaphon, hijo de una madre a quien no recordaba, hijo del mafioso más grande de Corea de quien no sabía nada. Era Chittaphon, el heredero de un cargo que jamás quiso, era Chittaphon, un hombre que estaba a punto de morir por un balazo salido de un arma que Minho tenía en sus manos.

— Está noche seré yo quien tome el mando de Kwanga y tu Chittaphon, moriras — le dijo Minho.

(..)

— Camina. — ordenó— aún nos queda camino.

— ¿Que harás cuando lo veas?

— Cállate, no quiero escucharte.

— No podrás salvarlo, Taeyong. Ten es una pieza clave en todo esto, no será tan sencillo.

— ¡Cierra la boca! — le incrustó el arma en la parte trasera de su cabeza—. Quiero que dejes de hablar, no quiero escucharte, jamás volveré a creer en ti. Todo esto es tu culpa, Taemin.

— Te equivocas conmigo, Taeyong, el enemigo es Minho, es a él a quien debes matar. — dijo caminando con las manos en alto por aquel desierto mientras el calor quemaba todo.

— Tengo un plan más elaborado y tú formas parte de él.

— Se supone que debes matarme, supongo que sabes que tu deuda con Minho solo se saldará cuando me mates a mi y a Ten.. y se que no podrás hacerlo, déjame ayudarte.. los dos podemos..

— ¡Basta! — Taeyong disparó al aire haciendo que Taemin se removieran en su lugar—. ¿Crees que no lo sé? — suspiró— para eso es que te necesito, tú harás que todas mis deudas se salden.

(..)

De repente sintió todo su peso chocar contra el suelo violentamente. Lo habían tirado ahí para luego cerrar la puerta una vez más. Escupió sangre y trató de levantarse para ver en donde estaba.

Los Siete (SuperMafia)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora