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Cuando abrí la puerta y entré al templo, vi a un hombre al final del largo pasillo.

Era Reyhas con un uniforme blanco como la nieve.

Su cabello dorado con el reflejo de la luz del atardecer, se balanceaba con el ligero viento.

—¿Le diste la bendición a la Emperatriz?

Ante sus palabras, negué con la cabeza.

—Fue un poco complicado.

Incluso con mi respuesta, sonrió levemente como si estuviera adivinando.

—Escuché que la chica de Thiago resultó ser una farsante.

—...

—Y has probado que eres un verdadero santo.

Sus ojos brillaron extrañamente.

La suave brisa agitó el dobladillo del vestido.

Después de un rato, lo miré con expresión tranquila y dije:

—Es cierto que es un farsante, pero...

Definitivamente había algo que hacer.

—No soy real. Fue solo un truco.

Ante mis palabras que solo él podía oír, me miró durante un largo rato y luego abrió la boca.

—Tráelo. Sir Dwayne.

De repente, Sir Dwayne apareció de algún lugar en la oscuridad. En su mano había una bola sagrada del tamaño de un huevo de avestruz, que le entregó a Reyhas.

—Mantén alejadas a las personas de aquí. Y por favor hazte a un lado.

Mirando el mango de la espada en la cintura de Reyhas, respondió Dwayne.

—Acepto sus órdenes.

Después de un rato, Reyhas empujó ligeramente un vaso del Santo Grial que se exhibía en el pasillo.

Con un sonido estridente, cayó al suelo y rodó. Pero a Reyhas no le importó y puso la esfera sagrada en su lugar.

La esfera sagrada, que era de un color transparente en la mano de Dwayne, se volvió azul cuando la toco Reyhas, y luego se volvió transparente otra vez cuando su mano cayó.

—Teníamos algo que íbamos a hacer la última vez. ¿Te acuerdas, Santa?

Sus ojos estaban sobre mí.

Camine con cautela. Y paso a paso, me acerqué a él.

Reyhas me estaba mirando.

Silenciosamente levanté mi mano. Y antes de tocar la esfera sagrada, lo miré y le pregunté.

—¿Crees que soy un santo?

Sus cejas se movieron un poco. No dijo nada, pero me di cuenta de que sospechaba.

Estiré más mi mano y la puse en la esfera sagrada.

La suave y fría sensación de la superficie se sintió a través de la palma de la mano. Y el interior de la esfera de poder sagrado transparente comenzó a oscilar y a cambiar a varios colores como la pintura que se extiende.

Después de un tiempo, cuando volvió a aclararse, Reyhas miró fijamente la Esfera Sagrada durante mucho tiempo con incredulidad.

Hubo un pesado silencio en el pasillo.

Miré a Reyhas con ojos tensos.

—Divinidad...

Los labios de Reyhas se crisparon.

La falsa y su harem [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora