La falsa y su harem [Completa]

[ 145 ]

Después de comer, me llevó al frente de mi habitación. El anillo en mi dedo brillaba con una luz azul.

En el momento en que pensé que hoy era la última noche, sentí un extraño pesar.

—Que tengas un buen sueño.

Besó mi frente suavemente.

[El dios del Amor, Odisea, bendice a Cass.]

Y lo agarré suavemente del brazo cuando estaba a punto de regresar.

Cass me miró con ojos perplejos.

—Yo...

Mi corazón latía con fuerza.

Ni siquiera sabía lo que estaba diciendo y dije lo que quería. Sin embargo, no fue una acción derivada de la bendición. Se podría decir que tuve el coraje de decir lo que pensaba con honestidad.

—¿Te gustaría venir conmigo?

Ante las palabras, Cass se endureció por la sorpresa.

De hecho, cuando dijo que íbamos a hacer un viaje juntos, esperaba cierta cantidad de contacto físico... No, estaba preparada.

—Entonces...

Soy un adulto y el cumpleaños de Ariel acaba de pasar, así que ahora tengo 18 años.

Teniendo en cuenta que Ilyde no cuentan la edad hasta los 10 meses de edad, la edad de 19 años se considera un adulto en Corea.

—Por favor, vamos a dormir.

[El dios de la benevolencia, Omán, da un salto mortal.]

[Odisea, el dios del amor, comienza a bailar.]

[Hesed, el dios del conocimiento, está trabajando duro en la danza de la grulla.]

Es natural que todos quieran estar con la persona que aman.

Pero Cass me esperó los tres días. Temía que me ofendiera.

Pero quería hacerle saber que no tenía ninguna intención de alejarlo.

—Está bien.

Cass, con una expresión ligeramente desconcertada en su rostro, entró en mi habitación.

Cuando se cerró la puerta, el calor pareció aumentar. No sé si esta habitación estaba tan calurosa en primer lugar.

—¿Debería... cerrar la ventana?

Asentí con la cabeza ante su pregunta. El viento del exterior se detuvo. El interior se volvió más silencioso.

—Voy a cambiarme de vestido.

—Ah, sí.

Escuché que Cass es popular en el mundo social. También debe haber muchas mujeres como la Señorita Rie.

A diferencia de mí, que no tengo experiencia, estoy segura de que está acostumbrado.

Con un pensamiento un poco amargo, me cambié de ropa por algo más ligero en el otro lado de la habitación. Incluso si era ligero, era solo un vestido cómodo que me llegaba hasta las pantorrillas.

Cuando salí de la habitación, Cass estaba sentado en la cama. Su cara se veía roja por alguna razón.

—¿Tienes calor?

—No, es que... El sonido era un poco...

—¿Sonido?

—Del vestido... el sonido de cambiarse.