Emilio:
Estoy a mitad de camino al hotel cuando algo se siente... mal. Como si de pronto fuera más liviano, pero no en un sentido emocional, de una manera literal y física.
Algo falta.
Veo hacia el asiento del conductor, y ahí es cuando me golpea. Busco en mi bolsillo trasero izquierdo y no encuentro nada. Mi billetera debe haberse caído en casa de Joaquín.
Gruñendo, apoyo la cabeza contra el reposacabezas y saco el teléfono de la consola, cambiando de carril antes de llamarlo.
―¿Hola? ―él responde al tercer timbre.
―Hola, creo que dejé mi billetera en tu casa ―dije, directo al grano―. ¿Puedes revisar tu sofá?Un murmullo de agua llena el fondo. ¿Él estaba en el baño?
―Umm, sí. Dos segundos ―dice él. Más agua. El golpe de pisadas mojadas contra las baldosas. Una puerta que se abre―. Estoy comprobando ahora…
Me detengo en un semáforo en rojo y miro mi reflejo en el retrovisor. Un Audi blanco se detiene a mi lado, lleno hasta los topes de chicas y de música de baile. El pasajero delantero baja la ventanilla y grita mi nombre, un pasajero trasero baja la suya y todo el asiento trasero me grita. Justo antes de que la luz cambie a verde, otro pasajero se levanta del techo corredizo,
agitando los brazos.―La encontré ―dice Joaquín.
Veo a las chicas con un rápido saludo que las hace gritar, aprieto el acelerador, doblo a la derecha y me doy la vuelta.
―Estaré ahí pronto.
Media hora después, estoy de regreso donde comencé, trotando hasta la feliz puerta amarilla de la inmaculada casa blanca, solo que esta vez la luna brilla en lo alto y la casa está un poco menos iluminada de lo que estaba
cuando me fui. Suponiendo que la bebé esté dormida, llamo ligeramente. Tres veces, luego me aclaro la garganta y espero. Cinco segundos después, Joaquín
responde, su rostro limpio y sus músculos cubiertos con una toalla sobre el cuello y una en la cintura ambas de color blanco dejando ver una parte de su abdomen.Sus rizos cabello chocolate brillante se amontona en forma desordenada en la parte superior de su cabeza, luce como un muñeco Max steel.
―Entra, está en la cocina ―dice.
Una copa de vino y una botella abierta descansan en la isla junto a mi billetera.
―Espero no interrumpir nada ―digo.Ajustando la toalla de la cintura para que no se baje, se ríe por la nariz.
―Estaba relajándome del día. Estoy vestido aquí debajo, para que lo sepas, tengo puestos mis bóxer.
―Ah, entonces no estás tratando de seducirme. ―Le guiño un ojo mientras sus mejillas se sonrojan y deslizo mi billetera en mi bolsillo―. Me alegro de haber aclarado eso.
―Si estuviera tratando de seducirte, créeme, lo sabrías. ―Toma el vino, le da un sorbo y sus ojos se hacen menos azules―. Lo siento. Esto es extraño, ¿no? ¿Como si no estuviéramos coqueteando, pero lo estamos? Y no deberíamos estarlo, no pretendo hacer esto incómodo,
probablemente debería dejar las uvas fermentadas...Él desliza su copa, enterrando su bonita cara en su mano mientras se inclina sobre la isla.
La honestidad es refrescante, la torpeza entrañable.
―Tal vez deberíamos hacerlo diez veces más incómodo y hacer un brindis ―le digo―. Por nuestra hermosa obra maestra, Maddie.
―Puedo aceptar totalmente con un brindis incómodo por Maddie. ―Saca una copa del armario junto al fregadero, vierte el resto del vino en él y me la
da.
Chocando la mía contra la de él, le digo:
―Por Maddie, porque ella se mantenga feliz y saludable para siempre.
―Por Maddie. ―Su distractora mirada azul se derrite en la mía―. Y por ti.
―¿Por mí? ―Arrugo la frente.
―Sí, me alegro de haber tenido la oportunidad de conocerte.
―¿Sí? ¿Por qué es eso?
―Porque si me hubiera pasado el resto de mi vida creyendo que eras un fogoso millonario cazador de modelos, me habría decepcionado en secreto.
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Mr. Perfect Match || Emiliaco M-preg
Hayran KurguTodo lo que quería era un bebé. ¿Sin un papá? No hay problema. Para eso están los donantes anónimos... Contenido: 🔞 M-preg 🥉AFA como "Mejor M-preg"