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Emilio:
Han pasado más de veinticuatro horas desde la última vez que hablé con Joaquín, a pesar de las tres mil millas que nos separan, él ha estado dando vueltas en mi cabeza desde el segundo en que mi jet se puso en marcha sobre Chicago.
Acostado en la cama, abro mi teléfono y escribo un mensaje de texto:
Aterrizo mañana por la mañana… no puedo esperar para ver a mis bebés.
Presiono enviar y veo que el recibo de lectura permanece en «leer» durante la siguiente hora.
Me incorporo, quito las mantas y deambulo por mi habitación, es una habitación fría y ridículamente grande, apta para la realeza o los multimillonarios de Silicon Valley que se quedaron sin estupideces en las
que gastar su dinero. Toda esta casa es ostentosa y llamativa, el tipo de cosas que compra un hombre cuando su ego es tan enorme y vacío que necesita
empujar algo dentro para sentir algo.La piscina de abajo refleja la luna arriba, y más allá de eso, la marea del océano rueda suavemente. Es una vista de varios millones de dólares, no hay duda. Hace cuatro años me metí en una desagradable guerra de ofertas por esta propiedad, era una de las únicas propiedades frente a la playa con espacio para una cancha de tenis completa, terminé pagando un veinte por ciento más de lo que valía, pero con el mercado como está últimamente, podría venderlo por mucho más que eso.
Independientemente, ¿de qué sirve el dinero de un hombre si no tiene a nadie en quien gastarlo?
Un hombre podría llenarse el alma de billetes de mil dólares y aún sentir ese vacío mordaz al final del día.
Tomo nota mentalmente de llamar a mis abogados mañana y pedirles que redacten un nuevo testamento. Todo lo que poseo, todo lo que siempre poseeré, quiero que se lo quede mi hija cuando me vaya, y si el niño que lleva María resulta ser mío, también recibirá su parte.
Aun así, todo el dinero del mundo no podía comprarme lo único que quiero: a Joaquín.
Sacando su número, presiono el botón verde. Con el primer timbre, mi corazón martilla en mis oídos silbando con adrenalina y anticipación. Con el segundo timbre, me muerdo la uña del pulgar. Con el tercero, contengo la respiración. Después del cuarto, me encuentro con su voz, pero no con él.
―Hola ―dice su saludo―. Ha llamado a Joaquín Bondoni, de Bondoni Genealogy. Deje un mensaje y le devolveré la llamada lo antes posible.
Aquí son las once, lo que significa que allá es la una de la madrugada. Probablemente esté durmiendo, lo que significa que al menos no me está ignorando descaradamente. Con la cabeza apoyada contra la ventana, espero el pitido.
―Joaquín, soy yo ―digo―. Solo quería escuchar tu voz... supongo que me conformaré con tu buzón de voz. ―Me río―. Como sea, te extraño. He estado corriendo por aquí como loco los últimos días, pero no he dejado de pensar en ti ni una vez y en todas las cosas que dijiste el domingo, sé que tienes miedo, Joaquín, pero podemos tomarnos esto con calma, y lo de María, eso no va a cambiar nada. Sé que probablemente suene como un disco rayado y no te estoy diciendo nada que no te haya dicho ya... pero tal vez no te vendría mal volver a escucharlo. ―Me río por la nariz, nunca he hecho todo el asunto de un cachorro enamorado. Nunca tuve que mendigar, humillarme o demostrar que era digno de ser la niña de los ojos de nadie―. La primera vez
que te vi, me olvidé de respirar. La segunda vez que nos vimos, me di cuenta de que eras una persona que no me necesitaba, no querías nada de mí, y no solo eso, sino que eras genuino y honesto, no estabas tratando de
impresionarme, pero lo hiciste de todos modos sin siquiera intentarlo, y tus labios, Joaquín... vivo por esos labios, la forma en que se vuelven rosados e hinchados cuando te beso, y mirándote con Maddie… ―Recojo un respiro―. No podría pedir un mejor padre para ella, tu amor por...
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Mr. Perfect Match || Emiliaco M-preg
FanficTodo lo que quería era un bebé. ¿Sin un papá? No hay problema. Para eso están los donantes anónimos... Contenido: 🔞 M-preg 🥉AFA como "Mejor M-preg"